sábado, 7 de diciembre de 2013

Capítulo 2

Oí un golpe en la ventana, como si algo se hubiera chocado contra ella. Abrí los ojos poco a poco ya que la luz me molestaba y no vi nada, volví a cerrarlos con la intención de volver a dormirme pero el sonido de un ave revoloteando por la habitación hizo que abriera los ojos de golpe, estaba asustada. No sabía que pájaro era pero yo gritaba, gritaba como una loca ya que el ave pasaba a ras de mi cabeza.
-¡Socorro!-Gritaba a pleno pulmón-¡Ayuda!
En ese momento alguien apareció en la habitación, me sorprendió que fuera Lucas.
-¡¿Qué cojones pasa?!- Miró para arriba y vio al pájaro, su cara era todo un poema- ¡Una lechuza!
¿Cómo es posible que supiera que pájaro era con solo verlo un segundo? Yo no sabía que era una lechuza, creía que era algo peor.
Lucas cerró la puerta y empezó a hacer movimientos con las manos hasta que consiguió ahuyentarla, chocó un par de veces contra el cristal antes de salir al exterior. Lucas cerró la ventana lo más rápido posible y cuando lo consiguió se apoyó contra ella y me sonrió.
-Vaya forma de despertarse ¿No, princesa?
-No me llames princesa-Le dije molesta mientras me levantaba de la cama-. Gracias.
El solo me sonrió y salió de la habitación sin decir nada más. Al segundo volvió y me dijo:
-Stefan no está, está comprando y yo tengo asuntos pendientes. Espero que no te pase nada mientras estamos fuera. Si necesitas algo… El número de Stefan está en la nevera, el mío también está pero a mí no me llames, no te lo cogeré.
Yo solamente le miré y asentí, después desapareció. Pude oír como Lucas cerraba la puerta de abajo con un portazo y arrancaba el coche. Tenía 17 y conducía, era todo un delincuente, a lo mejor tenía un carnet falso.
Suspiré y me desplomé en la cama, no le soportaba. Era un insolente y un niñato.
Cerré los ojos con el objetivo de volver a dormirme pero no lo conseguí, solo conseguí recordar las palabras que Lucas dijo anoche.
Me levanté enfadada de la cama, cogí mi móvil y bajé a la cocina corriendo, fui directa a la nevera. Vi el número de Stefan pegado con un imán en la nevera y a la izquierda estaba el de Lucas. Me guardé los dos en  el móvil, por si tenía alguna emergencia.
Me quedé mirando el móvil un rato, tenía la mente en blanco. De repente me rugió la tripa, tenía hambre, quería cerezas.
Abrí la nevera y vi que no había nada metida en ella, solo cervezas y una botella de agua.
-Normal que Stefan haya ido a comprar-Dije en voz alta-.
Suspiré y se me ocurrió la idea de ir a visitar a mi abuela, conocer los alrededores, salir de la casa a fin de cuentas.
Subí a mi nueva habitación a cambiarme. Aún no había deshecho la maleta, pero ahora mismo no me apetecía nada, así que revolví entre mi ropa hasta que encontré algo que me gustó. Cogí las llaves, mi bolso y un chicle para matar el hambre. Al salir a fuera una duda me vino a la cabeza ¿Cómo voy a ir hasta el pueblo?
-Puede que haya algo en el garaje-Pensé de nuevo en voz alta-.
Tuve que volver dentro y abrir puerta por puerta hasta dar con el garaje. Tardé más de 5 minutos en encender, el interruptor estaba escondido detrás de una estantería y tuve que meter la mano como pude para poder encenderla.
Dentro del garaje había todo lo posible y más. Un par de motos, 2 bicicletas, 1 skate, había hasta una tabla de Snow y unos esquís.
Cogí una de las motos, la más pequeña y la más ligera. Aprendí a montar en moto con 15 años, mi padre me enseño, hasta me saque el carnet, pero nunca llegue a comprarme una.
Las llaves estaban en la estantería de la entrada, estaban en un pequeño bol color azul marino donde también había un pequeño mando que supuse que era para abrir el garaje.
Cuando introduje las llaves y oí rugir el motor supe que desde hoy esta sería mi moto.
Le di al único botón que había en el mando y la puerta blanca que tenía en frente empezó a abrirse lentamente. Avancé lentamente hasta salir fuera, apreté el botón y hasta que la puerta no se cerró completamente no arranqué la moto.
La carretera por la que iba no parecía tener fin pero eso no me importaba, quería seguir y no parar nunca. El aire chocaba contra mi haciéndome sentir libre, aunque al poco tiempo empezaron a llorarme los ojos.
Llegué al pueblo en menos de 10 minutos y lo primero que hice fue visitar a mi abuela. Me recibió con una sonrisa cálida, y estuvimos hablando más de una hora hasta que vi la hora que era,  las dos y media, Stefan habría llegado ya a la casa y estaría preocupado.
-Abuela, me voy ya.
-Vale cariño, cuídate-Nos dimos un abrazo de despedida y me subí a la moto-.
Antes de arrancar revisé mi móvil, ni una llamada.
Tarde solo 5 minutos en llegar a la casa, quería llegar pronto ya que tenía hambre y a lo mejor Stefan estaba preocupado.
Dejé la moto en el garaje y cuando salí de este me quedé paralizada. Había una chica en el sofá, estaba encima de alguien y ese alguien era Lucas. Ahí estaban los dos, besándose en el sofá como si no hubiera mañana. El corazón empezó a latirme con fuerza y la rabia se apoderó de mí, pero me controlé.
Me aclaré la garganta para llamar su atención y funcionó al instante. La chica se separó de él bruscamente, era una chica bastante guapa, pero no lo suficiente para él. Lucas se giró a mirarme.
-Hola-Dije con una sonrisa falsa y me dirigí a la cocina-.
Lucas ni siquiera articuló palabra. Stefan estaba en la cocina vaciando bolsas de Mercadona. Empecé a ayudarle. Había comprado todo tipo de cosas, desde nata hasta un pollo para pre-cocinar.
-¿Dónde has ido?-Me dijo de repente, estaba totalmente serio- Estaba muy preocupado.
-Bajé al pueblo.
-¿Y no se te ocurrió avisarme? ¡O poner una nota!
-¿Qué leches te pasa Stefan?
-Nada, no lo sé, estaba muy preocupado-Dijo mientras se frotaba la frente y cerraba los ojos-. Lo siento.
Se acercó a mí y me abrazó. Yo le besé la mejilla y después seguimos colocando la compra.
Es impresionante que tuviera tanta confianza con alguien a quien hace una semana ni siquiera recordaba, puede que fuera la supervivencia y la falta de cariño, pero en tan solo un día ya tenía mucha confianza en él.
-¿Quién es la que está con Lucas?
-Seguramente alguna facilona con la que habrá ligado, casi siempre se trae alguna chica a casa.
-Podríamos estropearles la fiesta-Dije con maldad-.
-¿Para qué?-Dijo Stefan pasando un poco del tema- Déjale que disfrute.
Yo me quedé mirándole, a decir verdad quería estropearles la fiesta por el simple hecho de joder a Lucas.
-Me… Me voy a mi habitación, no me encuentro bien.
Stefan ni siquiera me preguntó que me pasaba, simplemente me sonrió. Cuando pasé por el salón aún seguía allí aquella chica pero estaba vez no le estaba comiendo la boca, simplemente Lucas la rodeaba con el brazo. Estaban callados.
Yo subí las escaleras en silencio y en cuanto subí arriba Lucas empezó a hablar, no puede evitar sentarme a escuchar lo que decía.
-Creo que ya es hora de irse Laura.
-¿En serio?-Su voz era muy aguda, realmente irritante- ¿No me vas a enseñar tu habitación?
-No hoy no-Pude oír como Lucas se levantaba del sofá y después ella-, está bastante desordenada-Poco a poco la fue llevando hasta la puerta-, me debes ya 50 euros Laura.
-Si subiéramos arriba…-Vi como aquella chica se restregaba contra el- Podría pagarte de otra forma.
-No quiero que me pagues de otra forma-Lucas lo decía realmente serio-, te doy de plazo hasta el viernes que viene sino no te conseguiré más.
-Pero…
-Ni peros ni nada, es hora de irse-Le abrió la puerta y ella salió a regañadientes-.
Ella se le quedó mirando y vi cómo se acercaba poco a poco a darle un beso, pero Lucas no se lo permitió.
-Adiós Laura-Y le cerró la puerta en las narices-.
Solté una risilla al ver la expresión de la chica justo antes de que la puerta se cerrase. Lucas se quedó unos segundo apoyado en y después se giró a mirarme.
-No está bien espiar a los demás ¿Sabes?
Yo solo solté una carcajada y me levanté de las escaleras, el simplemente se quedó allí abajo mirándome.
Entré en mi habitación realmente cansada pero tenía que deshacer la maleta, así la habitación sería oficialmente mía.
Solo había traído ropa, mi neceser y cargadores, muchos cargadores. Empecé a ordenar todo, cada cosa en su sitio y al fondo de la maleta encontré una foto con mis padres, la cogí con cuidado y pasé mi mano por encima, al momento empecé a llorar y cada vez más fuerte. Dejé la foto encima de la cama y caí de rodillas al suelo, cada vez sollozaba y gritaba más. Quería desaparecer, quería que todo terminara, que el sufrimiento se fuera. Me cubría la cara con las manos y volví a gritar, esta vez con más fuerza que antes y de repente alguien me abrazó por la espalda, me abrazaba fuertemente y me pegaba contra su pecho.
-Kat, Kat, ya está-Stefan estaba tan agitado como yo-, tranquila Kat por favor.
Yo solo negaba con la cabeza y daba patadas a todo lo que pillaba por delante.
-No lo soporto más-Gritaba una y otra vez-, has que pare Stefan, haz que pare.
Vi como Lucas aparecía en ese momento en la habitación y me cogía de las piernas. Los dos me dejaron sobre la cama, me sujetaban con tanta fuerza que era casi imposible moverse.
-Kat, para-Lucas me miraba directamente a los ojos, ahora casi todo su ojo era dorado y sus pupilas estaban realmente dilatadas, me dio tanto miedo que paré de golpe-. Eso es, tranquila.
Stefan relajó las manos y me soltó las muñecas pero Lucas seguía sujetándome y los agujeros de la nariz estaban abiertos, cada vez respiraba más rápidamente y me apretaba con fuerza.
-Me…Me haces daño-Le dije mientras la última lágrima caía por mi mejilla-.
Lucas me miró unos segundos más y después me soltó de golpe.
-Lo siento yo…
-¡¿Estás colocado?!-Stefan le cogió del cuello levantándole del suelo, daba miedo-¡¿En serio?!
-¡Y que más te da a ti!-Dijo Lucas mientras que forcejeaba contra su hermano- ¡Es mi vida no la tuya!
Y entonces le dio un puñetazo en la cara y después otro, y otro hasta que terminaron los dos en el suelo, forcejeando el uno contra el otro, yo no sabía qué hacer. Solo se me ocurrió grita, gritar lo más fuerte que puede y funcionó, pararon al instante.
-¿Qué haces?-Preguntaron a la vez.
-Lo primero que se me ha ocurrido para que paréis. Ahora, iros de mi habitación-Les señale la puerta y los dos se quedaron mirándome-.
-¿En serio?-Lucas parecía divertirse mientras que Stefan estaba totalmente avergonzado.
-Sí, fuera. Los dos.
Los dos se levantaron a la vez y salieron de mi habitación dejándome sola. La foto seguía en la cama, pero esta vez la miré con una sonrisa.
La cogí con cuidado y la dejé sobre la mesilla, al lado de mi reloj. Ya eran las 4 y mi estómago empezaba a quejarse, quería comer.
Bajé a la cocina y allí estaban los dos, sentados mirando embobados la televisión mientras comía cada uno una cosa. Yo abrí la nevera y saqué un bol que había con trozos de sandía. Me senté en el medio de los dos y comencé a comer.
-¿Estás mejor?-Me preguntó Stefan.
Asentí sonriente, mientras, Lucas miraba la tele sin prestarnos atención. Estaba muy agradecida por lo de antes, quería compensarlo pero no sabía cómo.
-Chicos-Los dos se giraron a la vez-, ¿Qué os parece si vemos esta noche una película los tres?
-Yo no puedo-Lucas se levantó de golpe-, tengo cosas que hacer.
Recogió los platos y desapareció de la cocina. Stefan y yo nos quedamos en silencio durante un buen rato.
-¿Entonces la vemos tu y yo?
Stefan sonrió de oreja a oreja, no dijo nada más, solo sonrió. Yo le devolví la sonrisa y me termine el bol de sandía, estaba realmente hambrienta.
Después de recoger y hablar un rato con Stefan, subí arriba directa a la cama, estaba cansada de repente. Me tumbé boca abajo tapándome la cara con la almohada, casi no podía respirar pero me daba igual. Estaba completamente reta, los brazos estirado pegados a los costados y las piernas rectas y juntas, estaba realmente incómoda.
Al darme la vuelta vi que Stefan pasaba por el pasillo, parecía llevar prisa. Me quedé mirando su pelo marrón embobada mientras pasaba. Después aparté la vista de la puerta para mirar al techo. Un techo blanco, simple. En mi cuarto tenía una foto gigante de mis amigos, un día de piscina, un día feliz, pero aquí no tenía nada. Ni amigos, ni recuerdos, todo lo había dejado en Madrid. Solo había traído una foto de mis padres todo lo demás lo había borrado o tirado a la basura, no merecía la pena mantener mi antigua vida.
-Kat-Stefan apareció en la puerta-, tengo algo para ti.
-¿Para mí?
-Sí, toma-Se sentó conmigo en la cama y sacó una pequeña caja de su espalda-, para ti.
Yo la cogí de sus manos con una sonrisa y cuando abrí el regalo dejé escapar un grito.
-¡¿Un iPhone?! ¡¿ESTAS LOCO?!
-He visto la mierda de móvil que tienes Kat, te mereces esto.
-Toma-Le dije tendiéndole el regalo-, no puedo aceptarlo.
-No te lo he comprado solo por ti, sino por mí. Quiero estar en contacto contigo.
-Pero… Con mi móvil puedo llamar…
-Y con este mandar WhatsApp, Twitter, Facebook, todas esas cosas.
Yo le miré sorprendida, de verdad estaba regalandomelo.
-Ya tiene la tarjeta dentro, es un nuevo número.
Estuvo más de media hora en mi habitación enseñándome a utilizarlo. Al rato se marchó.
Al final acabé tumbada en el suelo, dando vueltas sin saber qué hacer, estaba realmente aburrida.
Oía cada sonido de la casa, escaleras, calderas, puertas abiertas que se cierran de golpe, la música de Stefan a todo volumen y los pasos de Lucas por su habitación. De repente Lucas abrió la puerta y salió al pasillo, parecía que tenía prisa.
Oí como baja las escaleras y se saltaba un par de escalones, después, abría la puerta y salía corriendo sin ni siquiera coger el coche.
-Debe de ser urgente para que se vaya corriendo así-Pensé en voz alta mientras los ojos se me cerraban-.


Cuando me desperté ya eran las 8 de la tarde, no había aprovechado el día o eso es lo que a mí me parecía.
Bajé a la cocina con el pelo totalmente.
Stefan estaba allí sentado viendo la tele, tenía un batido de chocolate sobre la mesa.
-Hola-Dije con la voz cansada-.
-Ho… ¡¿Katherine?!
-¿Qué pasa?
No dijo nada, simplemente me señaló el pecho y cuando miré no podía creérmelo. Había bajado en ropa interior, una ropa interior de gasa. Se veía todo.
-¡Mierda! ¡No mires!
Lo primero que hice fue esconderme detrás de la encimera y después salir a gatas de la cocina.
Nunca me había visto un chico así, nunca en la vida. Cuando entré a mi habitación estaba hiperventilando de lo nerviosa que estaba, no podía creérmelo, no podía creer que Stefan me hubiera visto casi desnuda.
No salí de mi habitación hasta las 10 y media de la noche.´
-Vaya, veo que ya estás vestida-Me dijo con una sonrisilla en la cara-.
-No me hace gracia, no me lo recuerdes.
-Vamos, como si no lo hubieras enseñado ya.
Yo me quedé mirándole más avergonzada aun. Claro que no había enseñado mi cuerpo a alguien, ¿Quién haría eso? Me moriría de vergüenza.
-Nadie antes me…me había visto así.
Stefan se ruborizó al instante y se llevó una mano a la nuca mientras sonreía nervioso.
-¿En serio? Va-vaya… Bueno no pasa nada. Es bonito.
-¡STEFAN!
-Perdóname perdóname-Se me acercó un poco y me sonrió-.
Yo le miré enfadada, ¿Cómo podía haber dicho eso?
Después de eso cada uno siguió a lo suyo. Yo leyendo un libro mientras que el escribía cosas en su teléfono.
Le pregunté qué hacía, que qué era lo que escribía. El me respondió que escribía tweets.
-¿Qué es eso?
-¿No conoces Twitter?
-No... Bueno, sí, mis amigas tenían pero a mí no me gusta tener cosas de esas.
-Que rara eres-Me dijo con una sonrisa, después siguió a lo suyo-.
De vez en cuando se reía o las comisuras de los labios se le levantaban levemente. Le observaba todo el rato, era realmente guapo, sus fracciones perfectas y unos ojos que te atrapaban completamente. Pero los ojos de Lucas eran diferentes, eran más raros, más bonitos.
En ese momento me vino Lucas a la mente ¿Dónde estaba? Había salido ¿Verdad?
Le pregunté a Stefan y no tenía ni idea, normal, había desaparecido así, sin más. Y a los poco segundos Lucas desapareció de mi mente.
A las 12 Stefan empezó a preparar la cena, mientras, Lucas seguía sin aparecer. Cenamos arroz con costillas, dijo que era una receta de su madre y la verdad es que estaba buenísimo.
Terminamos de cenar a la 1 de la mañana y poco después nos fuimos a la cama.
Me quedé leyendo ya que no tenía nada de sueño, leí y leí hasta las 5 de la mañana pero el libro no tenía fin, cada vez se me hacía más y más pesado leerlo así que acabé dejándolo en la mesilla y apagando la luz pero no me dio tiempo a dormirme ya que alguien llamó al timbre.
Pasaron unos segundos pero Stefan no parecía por la labor de levantarse asique lo hice yo.
Bajé las escaleras lentamente, estaba realmente cansada. Al llegar a la puerta pensé unos segundos en si abrirla o no, al final acabé haciéndolo.

Dejé escapar un grito cuando vi a alguien tirado en el suelo, ese alguien era Lucas.

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