martes, 11 de febrero de 2014
Capítulo 7
-¿Se puede saber qué haces ahí?-Lucas estaba histérico- ¡Ahora mismo voy a buscarte!
-¡¿Lucas te puedes relajar?!-Intentaba gritar lo menos posible- He venido aquí con una chica que acabo de conocer y...
-¡¿Y TE VAS CON GENTE QUE NO CONOCES?!-No me dejó contarle todo- ¡YA LO QUE ME FALTABA!
-¡LUCAS!-Mi voz resonó por todo el baño- He venido y no sabía que Leander vivía aquí, punto.
Y antes de que le diera tiempo a contestar colgué el teléfono. ¿Qué cojones le pasaba? Ahora iba a ser que no podía salir de casa, lo que me faltaba ya vamos.
Salí del baño con el puño derecho apretado de la rabia, estaba muy enfadada. Ronie me miraba desde la cama de Leo, solo estaba ella en la habitación.
-¿Estás bien?-Me preguntó con una sonrisa forzada.
-No mucho, pero bueno, da igual.
En ese momento recibí un mensaje, supuse que era de Lucas.
-En 20 minutos te recojo, se acabó la discusión.
-¿Qué eres ahora? ¿Mi padre?
No me contestó. Bloqueé el móvil y lo metí en el bolsillo pequeño que tenía en el pantalón, en cualquier momento se me podría caer el móvil, pero me daba igual.
-Están en la habitación de Len, ¿Vamos?
Yo simplemente la seguí hasta la habitación de al lado. Leander estaba tumbado en la cama mientras que Leo miraba cosas en el ordenador. Yo me desplomé en la cama junto a Len, el me miró sonriente pero al mirarme a los ojos se le borró al instante la sonrisa.
-¿Que ha pasado?
-Que tu amigo es un subnormal, eso es lo que ha pasado.
-¿Va a venir a por ti?
-En 20 minutos, ni más ni menos.
Leo y Ronie nos miraban recelosos, así que lo primero que hice fue levantarme y ponerme al lado de Ronie. "Túmbate a su lado" la susurré al oído. Ella se puso roja pero obedeció, se tumbó al lado de él y acto seguido él la rodeó con el brazo.
Miré a Leo, él estaba empanado mirando por la ventana. Le di unas palmadas en el hombro y me miró al segundo, le indiqué con la cabeza que saliéramos fuera.
Él se levantó de la silla y salió delante de mí, miré unos segundos a Ronie y esta me sonrió antes de que saliera por la puerta.
-Me voy dentro de... 10 minutos-Le dije mientras me tumbaba en su cama-.
-¿Estás con Lucas?-Me preguntó con la mirada perdida en unas hojas que había encima de la mesa.
-No, jamás.
-¿Entonces?
-Sinceramente, no tengo ni idea de lo que le ha pasado por la cabeza.
Nos quedamos en silencio unos segundos, unos segundo bastante... extraños. Me quedé mirando a Leo que estaba sentado en su silla ojeando un libro. Tenía un perfil perfecto aunque algunos mechones de pelo le tapaban la cara se le podía ver con facilidad. Me fijé en que tenía los mismos ojos que su hermano, del color del lapislázuli. No le pegaban para nada con el pelo, pero aun así, era un chico bastante apuesto.
Parecía el típico chico popular que juega al futbol y que tiene locas a todas las chicas de instituto. Cuanto más le miraba más guapo me parecía.
-¿Tengo algo en la cara?-Me dijo mientras se tocaba toda la cara, estaba ruborizado- ¿Un moco?
Yo reí mientras negaba con la cabeza, él me sonrió y me quedé embobada. Que sonrisa más bonita, podría competir contra la de Lucas y todo.
Se deslizo con la silla hasta el borde de la cama y se quedó mirándome sonriendo.
-¿Cuánto tiempo llevas viviendo con los Lawrence?
-Un mes, creo. En cuanto tenga 18 me largo de aquí.
-¿En serio te marcharás?-Su expresión cambio completamente, parecía disgustado.
-Sí, bueno... No estoy muy bien que digamos en aquella casa, encima ahora Stefan se ha ido y no soporto estar con Lucas. No congeniamos.
De pronto Leo me cogió de la mano y se me aceleró el corazón.
-Escúchame-Me miró directamente a los ojos. Aquellos ojos azules me daban hasta miedo de lo profundos que parecían-, si alguna vez estás mal o no quieras estar allí, si se porta mal contigo o lo que sea, no dudes en venir aquí, de verdad.
-G-gracias...-Le dije ruborizada-.
Leo se me quedó mirando, su miraba cada vez me gustaba más. Nos quedamos mirándonos durante un buen rato. Todavía tenía mi mano cogida cuando alguien empezó a llamarme al móvil. Tardé unos segundos en apartar la mirada de Leo y soltar su mano para coger el móvil. Al mirar la pantalla se me quitó la sonrisa de golpe.
-¿Qué pasa Lucas?
-Voy de camino.
-Vale, ¿y qué?
-¿Vas a subir a mi coche?
-Subiré de todas formas, aunque te diga que no.
-Eso espero.
Y colgó. Me quedé mirando el móvil, aquella llamada no había tenido sentido pero había roto un momento bueno del día. Pocos momentos tenía así, y Lucas siempre estropeaba todos, es como si tuviera un radar para saber cuándo joderme.
-¿Viene ya?-Leo bajó la mirada al suelo- Ya sabes que...
-Lo sé, que si pasa algo, venga-Le miré a los ojos y le sonreí, el hizo lo mismo-.
Los diez minutos que me quedaban allí los pasé hablando con Leo. Me contó que estaba estudiando ingeniería automovilística; por el nombre deduje que era difícil.
Era un chico realmente interesante y bastante divertido, cada cosa que decía era un chiste para él. Por todo reía y sonreía, en varias ocasiones hasta se sonrojaba.
-Era una lechuza sabes ¡UNA LECHUZA EN MI HABITACIÓN!
Leo se reía a carcajadas. Se llevó su mano derecha a la cabeza y se echó hacia atrás, casi se cae de la silla.
-¿De verdad?-Decía entre carcajadas- ¿Y te asustas?
-Como para no...
De pronto el móvil empezó a vibrar en mi bolsillo. Sin mirar si quiera quien era me levanté de la cama, tenía que irme. El móvil dejó de vibrar y miré a Leo que seguía mirando hacia mi bolsillo.
-Te acompaño abajo-Ya no se reía-.
Bajamos en silencio. Ni si quiera me molesté en despedirme de Ronie, estaría entretenida en la habitación de Leander, habían cerrado la puerta y todo.
Bajamos a la parte de abajo, Leo me abrió la puerta y me dejó pasar primero. Lucas estaba justo en frente de la casa con su coche negro.
-Oye-Leo se paró justo en el marco de la puerta, yo me giré para mirarle-, antes de irte quiero que me des tu número.
Una sonrisa tímida apareció en sus labios y yo no pude resistirme, le di mi número.
-Adiós Leo-Le di un inocente beso en la mejilla-, gracias por todo.
Vi como él se llevaba la mano a la mejilla que había besado mientras se ponía rojo, yo andaba despaldas con una sonrisa. Lucas empezó a pitar impaciente.
-Que pares ya-Grité mientras le daba un puñetazo al cristal del copiloto-.
Lucas ni siquiera se dignó a mirarme a los ojos. En cuanto me monté en el coche este lo arrancó y empezamos el viaje.
Miraba todo el rato impaciente el móvil, esperando a que Leo me hablara.
-Por desgracia, te hablará-Soltó de repente Lucas-, así que deja de mirar el jodido teléfono todo el rato.
-Y tú podrías relajarte un poquito.
-Estaba muy preocupado.
-Que estés preocupado no significa que vengas a buscarme cuando yo no quiero irme.
Lucas no dijo nada más, solamente apretó la mano en el volante y siguió conduciendo. Llegamos muy rápido a casa, gracias a Dios. Entré como una bala dentro y fui directa a mi habitación. Cuando entré por la puerta Leo me habló, solté un pequeño grito y salté a la cama.
-Hola fea.
-Holaaaa :)
-¿Qué tal el viaje?
-Incómodo, horrible.
-¿Pero estás bien?
No pude contestarle ya que Lucas apareció en mi habitación sin decir nada, simplemente me miraba. Se acercó a la cama y primero se sentó dándome la espalda, estuvo un rato así hasta que se tumbó en la cama justo a mi lado.
Nos rozábamos con los brazos y piernas. Se me erizó la piel.
-Lo siento-El corazón me dio un salto-, lo siento de verdad. No sé qué me pasa.
Yo solamente le miré mientras que el miraba al techo. Su nariz respingona y sus labios finos conseguían que tuviera un perfil perfecto, digno de un modelo.
Se mordió el labio inferior y me dio otro vuelco al corazón. Por un segundo pensé en Stefan pero ya me había dejado claro que no estábamos juntos, que lo de él otro día fue un error.
Aquella noche, cuando me dijo todo aquello, lloré toda la noche. Me acuerdo que noté como alguien se sentaba en la puerta y cuando abrí la puerta Lucas cayó de espaldas en mi habitación. Solo me dijo un "lo siento" y se metió en su habitación, había sido bastante raro.
-Por lo menos me has pedido perdón-Le dije mientras apartaba la mirada de sus labios-.
-Y lo peor de todo es que sé que quieres a Stefan y...
-¿A qué viene eso ahora?-Le corté mientras me incorporaba para mirarle bien.
-Nada, déjalo, tonterías mías-Se giró hacia la derecha para darme la espalda-.
Yo me volví a tumbar y seguí mirando al techo. Lucas se giró de nuevo pero esta vez para mirarme y me cogió la mano.
-Siento todo lo que te he hecho hasta ahora Kat-Me apretaba cada vez más la mano-.
-¿Se puede saber qué te pasa hoy?-Yo seguía mirando al techo- Estás empezando a darme miedo.
Lucas se rio mientras se incorporaba. Se fue directo hacia la puerta pero antes de salir se giró a mirarme.
-Esta noche tengo visita, es muy importante-Me vi obligada a apartar la mirada del techo y mirarle a los ojos, ahora estaba bastante serio-. Es una chica con la que... con la que creo que podría tener algo serio. Te agradecería que no estuviera mucho por abajo.
Yo me quedé mirándole perpleja, estaba llena de rabia en ese momento pero me controlé y de repente me vino una idea a la cabeza.
-No te preocupes, no estaré en casa-A Lucas se le descompuso la cara-. Quedaré con Leo y Ronie, no quiero quedarme aquí mientras oigo los gemidos de la chica, como otras veces ha pasado.
Lucas se quedó mirándome unos segundos y me sonrió falsamente antes de desaparecer. Cuando oí como bajaba las escaleras cogí un cojín, me lo puse en la cara y grité, grité todo lo alto que pude, estaba cada vez más enfadada. Que no estuviera mucho por abajo dice, será subnormal.
Me quedé unos segundos mirando al techo con los puños apretados hasta que cogí el móvil. 1, 2, 3 pitidos.
-Hola ¿Leo?
-El mismo.
-Oye... Que había pensado que si esta noche podríamos quedar Ronie, tú y yo, en plan para que me enseñéis un poco esto o bueno, ir a algún lado a pasarlo bien.
-Bueno... En el pueblo de al lado hay una discoteca que está genial y Ronie siempre quiere ir.
-Pues... ¡Perfecto! Me apetece bastante.
-Te voy contando por WhatsApp a ver que me responde Ronie.
-Vale, gracias.
-Las que tú tienes.
Y colgó. Yo me quedé mirando la pantalla del teléfono y me di cuenta de que eran las 3 y media, la tripa empezaba a reclamar comida. Bajé y allí estaba Lucas, estaba fregando los platos, algo inusual en él.
Le miré y pasé de largo, cogí un yogur y me senté en la mesa a ver la tele. Ninguno decía nada.
Y de repente un WhatsApp.
-A las 8 pasamos a buscarte, primero iremos a cenar por ahí y después a la discoteca. Ponte guapa.
-¿Tengo que arreglarme mucho?
-No demasiado.
Bloqueé el móvil y lo dejé encima de la mesa, boca abajo y en silencio. Gran error ya que no pude ver quien me estaba llamando en ese momento.
domingo, 9 de febrero de 2014
Capítulo 6
Stefan
volvió a las 9 de la tarde, estaba bastante serio.
Entró
en la cocina de golpe mientras que Lucas y yo cenábamos un par de filetes de
pollo. Se nos quedó mirando unos segundos, después se giró para coger algo de
la cocina y largarse.
-¿Qué
le pasa?-Le pregunté a Lucas.
-No
tengo ni idea, habrá salido mal la reunión.
Me
encogí de hombros y me terminé el filete lo más rápido que pude, quería hablar
con Stefan.
Subí
a su habitación y abrí sin llamar. Había una maleta encima de la cama y metía
ropa sin ni si quiera doblarla.
-¿A
dónde vas?
-Tengo
un vuelo a las 3, a Roma, y me han avisado hace 5 minutos.
-¿Y
eso?
-Me
han destinado allí.
-¿Cuánto
tiempo?
-Un
mes-Levantó la vista de la maleta y me miró a los ojos, el corazón se me
encogió-.
-¿U-Un
mes?
-Si
Kat, un mes-Parecía realmente enfadado y triste, como yo-. Y tengo que estar en
Madrid dentro de 3 horas, no me da tiempo.
-O
sea, ¿Te vas ya?-Yo no podía creérmelo- No quiero que te vayas tanto tiempo.
-¿Te
crees que yo si Kat?
Cerró
la maleta de golpe y salió de la habitación a toda prisa. Yo le seguí hasta
abajo; Lucas estaba apoyado en la barandilla de la escalera con la misma
expresión de siempre, empanado.
-¿A
dónde te vas?
-A
Roma, Lucas; venir los dos un momento-Dijo Stefan mientras se sentaba en uno de
los sillones-.
Los
dos le hicimos caso. Yo me senté a su lado mientras que Lucas se sentaba en el
sillón de enfrente.
-Voy
a estar fuera un mes. Kat-Dijo mirándome a los ojos-, te he guardado todos los
números a los que debes llamar por si pasa algo en esta libreta; Lucas -Se giró
a mirarle-, intenta que Kat no llame a esos números.
Lucas
le sonrió y se dieron un abrazo, después Stefan me dio un beso en la frente y
le acompañé a la puerta. Lucas se fue a la cocina.
-Kat
por favor-Me cogió la cara con delicadeza-, ten cuidado con todo, con Lucas.
Me
dio un beso en los labios y se despidió definitivamente.
Hacía
ya cinco días que Stefan se había marchado.
Bajé
a la cocina con paso aireado y cuando entré me encontré a Lucas comiendo un
tazón de cereales apoyado en la encimera, estaba mirando al a nada.
No
llevaba camiseta, tampoco calcetines. Lleva puestos unos pantalones cortos de
deporte y tenía el pelo despeinado. Los músculos de la cara y el cuello se le
marcaban cuando mastica.
Me
quedé embobada mirando sus músculos de los brazos.
Se
giró a mirarme con el bol y la cuchara en la mano, no pude evitar mirarle los
pectorales y esos abdominales marcados
-¿Qué
estás mirando?- Yo no le escuche ya que
-Stefan
acaba de llamar-Dije a Lucas-, dice que le han dado un ático alucinante.
-Kat-Dijo
mirándome fijamente a los ojos, se pegó a mí y el corazón se me aceleró-,
¿crees que me importa?
Yo
me quedé mirándole los labios, ni si quiera sabía lo que me había dicho.
-Tío,
¿Qué te pasa?-Se alejó de repente- Estás muy rara y das miedo.
Se
giró para dejar el bol sucio en la encimera y salió de la cocina.
Me
quedé mirándole con desprecio y me subí a mi habitación. Se me ocurrió la idea
de ir al lago nada más entrar en mi habitación. Me puse un top y me dejé los
pantalones, me hice una coleta y me cogí el iPod.
Bajé
las escaleras al ritmo de la música y salí de casa sin avisar a Lucas. Me até
las zapatillas y comencé a correr.
Corrí
por la carretera hasta que llegué al camino que llevaba al lago, tardé menos de
5 minutos. Aquel camino estaba bastante liso y pude correr sin problemas. A
cada paso que daba la tierra se hundía. Seguía el ritmo de mis latidos que cada
vez estaba más acelerado. Controlaba la respiración, cogía aire por la nariz y
lo expulsaba por la boca.
Perdí
la noción del tiempo, corrí todo lo que pude sin cansarme hasta que llegué a un
pequeño cruce. El camino se dividía en dos. El de la izquierda indicaba hacia
el lago, el de la derecha llevaba a una zona de picnic, según los carteles que
había a cada lado.
Me
dirigí hacia la izquierda y poco después de empezar a correr se empezó a ver el
lago. Bueno lago, más bien era una pequeña laguna. Cuanto más me acercaba más
corría, quería llegar ya y descansar. La música se había parado hace rato pero
estaba tan absorta en mis pensamientos que ni si quiera me había dado cuenta.
Cuando
llegué al lago lo primero que hice fue descalzarme y meter los pies en el agua.
Me tumbé en la orilla con los pies todavía dentro y con la respiración todavía
agitaba cerré los ojos y me relajé.
-¡HOLA!-Una
voz me sacó de mis pensamientos e hizo que me incorporara corriendo, asustada.
Miré para todas partes pero no encontré al dueño de aquella voz-¡ESTOY QUÍ!
Dirigí
la mirada hacia un pequeño embarcadero no muy lejos de mí. Una chica se
incorporaba con dificultad. En cuanto consiguió ponerse de pie sin tambalearse
empezó a correr hacia mí. A cada paso que se acercaba más me alejaba yo.
-¡Hola!-Me
dijo a unos cuantos pasos de mí-¡No te conozco!
-Ni
yo a ti-Dije incómoda-.
La
chica se sentó a mi lado. Tenía una sonrisa verdaderamente agradable, todos los
dientes perfectamente blancos y colocados, unos labios finos y rosados. Tenía
la cara redonda y unos mofletes graciosos y sonrojados por el esfuerzo de
correr hacia mí. Tenía los ojos realmente azules y redondos, su pelo rubio
cobrizo, casi naranja claro, le llegaba hasta los hombros. Pude ver unas
cuantas pecas debajo de sus ojos.
-Pocas
veces se ven cara nuevas por aquí-La chica miraba sonriente el agua-. Este
sitio es precioso ¿No crees?
Yo
simplemente sonreí mirando hacia delante. Pude ver la casa desde aquí, las
ventanas de mi habitación. Parecía una casa enana vista desde ahí.
-Me
llamo Ronie-Se giró sonriéndome cálidamente mientras me extendía la mano-.
-Yo
Katherine-Le di mi mano y ella la apretó con fuerza, aquella chica me gustaba-.
Nos
quedamos sonriéndonos unos segundos después aparté la vista y me centré en el
agua que mojaba mis pies, se estaba tan a gusto.
-¿Acabas
de mudarte?
-Sí,
vivo justo ahí-dije señalando la casa que tenía enfrente-.
-¡¿Eres
tú?! ¡¿Tú eres la chica que vive con los Lawrence?!
-Esa
misma.
Jennifer
empezó a soltar todo tipo de halagos hacia ellos. Que si eran guapísimos,
listos, educados. Todo lo que se ve a simple vista.
-Cuando
convives con ellos son tan geniales… Sobre todo Lucas.
Aquello
último me salió sin pensar, Ronie me miró expectante esperando a que dijera
algo más.
-Lucas
siempre está con una chica nueva cada pocos días. A veces entro a casa y están
en el salón dándole al tema o se oye arriba como la cama da golpes. Ese chico
lo único que hace es atraer a las chicas, y a los problemas.
Ronie
me miraba concentrada, yo seguí soltando todo lo que me venía a la cabeza, todo
lo que me había guardado de Lucas desde que llegué aquí.
-La
mayoría de las veces hace como si no existiera, como si no le importara.
Teniendo en cuenta de que le he salvado la vida, o bueno, algo parecido,
merezco un poco de respeto y de gratitud-Cogí aire y seguí-. Ahora que Stefan
no está es aún peor. Soy totalmente invisible para mí y cuando no lo soy lo
único que hace es vacilarme. Mis días son aburridos y lo único que me alegra el
día es cuando visito a mi abuela aunque pocas veces puedo ir a verla, nunca
está en casa. Estoy tan harta de todo.
-Estás
deseando tener los 18 y largarte de aquí ¿Verdad?
Yo
asentí. Ronie me sonreía cálidamente mientras me cogía la mano. Aquella chica
me tranquilizaba con solo verla sonreír.
-Gracias
por escucharme-La dije agachando la cabeza-.
-Es
un placer Katherine.
-Llámame
Kat, odio mi nombre completo.
Ronie
se rió y se levantó de un salto.
-Pues
a mi llámame Ronie.
Me
ayudó a levantarme y empezamos a andar. Al levantarme me di cuenta de que la
sacaba una cabeza y media, media menos de metro y medio.
Aquella
chica era bastante graciosa y agradable. Por todo sonreía y todo le parecía
bien, era una chica bastante rara.
-¿Qué
hay de Stefan? ¿A dónde se ha ido?
-A
Roma, durante un mes. Lleva cinco días fuera y no lo soporto más.
Ronie
no dijo nada. Seguimos por el camino, hablábamos de muchas cosas. Bueno, en realidad
la que hablaba era Ronie, yo simplemente escuchaba y de vez en cuando soltaba
alguna palabra. Aquella chica hablaba por los codos y a una velocidad casi
imposible de entender.
-Eres
de las pocas personas que me entiende hablando-Me dijo con uno sonrisa-.
Yo
solo la sonreí y seguí caminando.
-Oye-Ronie
se puso en frente de mí mientras caminaba de espaldas-, ahora tenía pensado a
ver a mi amigo Leo, bueno, a verlo y a ver si tengo suerte y veo a su hermano.
Pensaba si…
-¿Si
podría ir contigo? Iría encantada.
Ronie
me sonrió de oreja a oreja y se puso am i lado de nuevo.
-Llevo
enamorada de su hermano desde hace más de 2 años… Es tan…
-¿Guapo?
-Perfecto.
-Eso
es demasiado, yo todavía no he conocido a nadie perfecto…-Al instante de decir
eso Lucas me vino a la mente, aparté ese pensamiento lo más rápido que pude-.
-Leo
también es muy guapo y simpático, bueno, y de todo, pero es que su hermano… Son
mellizos sabes, pero no se parecen en nada. Son polos opuestos.
-Oye
¿Y donde vive tu amigo?
-En
el pueblo ¿Dónde sino?
Yo
me encogí de hombros y seguimos andando a la vez. Por fin llegamos a la
carretera y al otro lado de la carretera pude ver una vespa rosa que no había
visto antes, era realmente bonita. Era lo suficiente grande para llevar a dos
personas. Avanzamos hacia ella y Ronie sacó un par de cascos de debajo del
asiento, se montó delante y esperó a que yo me montara.
-Sujétate
fuerte-Me avisó antes de arrancar la moto y colocarse en la carretera-.
Llegamos
al pueblo en menos de diez minutos, mi casa está realmente alejada del pueblo.
Seguimos avanzando por callejuelas hasta llegar a un barrio distinto, lleno de
chalets grandes y coloridos, con hermosos jardines y grandes ventanales. Me
quedé boquiabierta, no conocía aquella parte del pueblo, bueno, no conocía aquel
pueblo.
Ronie
giró a la derecha entrando en una casa y paró justo en frente de la puerta de
un garaje. Las dos bajamos a la vez y yo la tendí el casco que ella me había
prestado.
-Bienvenida
a la casa de Leo-Dijo extendiendo los brazos mientras que yo miraba todo el jardín.
Era realmente grande y estaba muy bien cuidado, hasta tenía un pequeño estanque
en una esquina. Ronie fue dando saltos hacia la puerta y en vez de llamar
empezó a gritar.
-¡LEOOOO!
¡LEOOOOOOOO! ¡TRAIGO COMPAÑÍA!
-¡¿PODRÍAS
DEJAR DE GRITAR?!-Un chico asomó la cabeza por una de las ventanas. Su pelo
marrón oscuro le tapaba el ojo derecho de la cara. Su sonrisa era cálida ¡YA SE
A ENTERADO MEDIO BARRIO DE QUE TRAES COMPAÑÍA!-Leo centró su mirada en mi y
abrió los ojos como platos-Ah, hola.
Cerró
la ventana de repente y Ronie se giró hacia mí con un dedo levantado indicándome
que espere. A los pocos segundo Leo abrió la puerta de la entrada con la
respiración agitada, había bajado corriendo.
-Hola,
pasar pasar-Dijo mientras abría la puerta de par en par-.
Ronie
entró y fue directa al salón, que estaba al fondo, mientras miraba a todas
partes.
-Está
arriba en su cuarto Ronie, no le busques más.
Ronie
reaccionó casi al instante y subió las escaleras como una bala dejándonos a Leo
y a mí solos en la entrada. Leo cerró la puerta, su piel era blanca y estaba
sonrojado.
-Bueno,
ya que no nos han presentado… Yo soy Katherine, pero llámame Kat-Le dije
mientras le tendía la mano-.
-Y-yo…
Yo soy Leo-Me dio su mano y me sonrió. Tenía una sonrisa nerviosa, pero aún
así, era preciosa-.
Me
indicó con la cabeza que subiera hacia arriba, donde mi nueva compañera había
desaparecido.
-Está
en la habitación de mi hermano-Me dijo Leo en cuanto puse un pie en la planta
de arriba-, es esa de ahí.
Me
señaló la habitación con la cabeza y me dirigí hacia ella vacilante. Antes de
que llegara a abrir la puerta esta se abrió sola, no podía creerme quien era.
-¡Leo
haz el favor de sacar a la pesada de Ronie de aquí! Ya está revolviéndome…-Dejó
de hablar en cuando bajó la mirada- ¡KAT! ¡¿QUÉ HACES AQUÍ?!-Me cogió en brazos
y empezó a dar vueltas en medio del pasillo.
-¡Len
para que me mareo!
-¿Os
conocéis?-Ronie miraba desde la puerta, parecía confundida.
-Ajá,
es la nueva hermana-novia de Lucas.
-¿Hermana-novia?-Pregunté
confundida-¿Desde cuándo?
-¿Todavía
no ha pasado nada entre vosotros? Este Lucas…
Yo
le fulminé con la mirada, no ha pasado nada ni pasará nunca. Iba a abrir la
boca para protestar pero justo en ese momento recibí un whatsapp, mi segundo
whatsapp creo. Y era de Lucas.
-¿Se puede saber dónde estás? Llevas más de
dos horas fuera y me estás preocupando.
Yo
me quedé mirando la pantalla, estaba paralizada, parecía preocupado.
-Al parecer he acabado en casa de Leander.
domingo, 29 de diciembre de 2013
Capítulo 5
A la mañana siguiente vino un doctor a la habitación y le
dio el alta a Lucas. Por lo visto la operación salió bastante bien y ya no
necesita estar más en observación.
Bajamos a la salida donde Stefan nos esperaba en la
puerta con aquella camioneta mugrienta.
-Es hora de tirar este cacharro Stefan-Lucas hablaba
mirando al suelo-, no puedes ir con esto a tu trabajo.
-Lo sé, pero es que la he cogido cariño.
Los dos nos montamos sin decir nada más. El resto del
camino transcurrió en silencio, el silencio más incómodo del mundo. No sé si
era por mí y por Lucas, por Lucas y Stefan o yo que sé, pero era realmente
incómodo.
Llegamos a la casa en 30 minutos, aunque a mí me pareció
que fue eterno. Salí de la camioneta lo más rápido que pude, quería coger algo
para comer y subirme directamente a la habitación, no quería ver a nadie.
-¡LEN!-Grité al verle sentado en la cocina, estaba
comiéndose una ensalada-¡Que susto me has dado, joder!
El simplemente levantó la mirada y me sonrió, después
siguió comiendo sin decir nada. Me quedé mirándole unos segundos, era realmente
hermoso ¿Todo el mundo en esta casa era hermoso menos yo? Es lo que me
preguntaba cada vez que veía a uno de los tres chicos.
Parpadeé un par de veces antes de apartar la mirada de
él. Cogí un zumo de la nevera y me dispuse a salir de la cocina pero Lucas
entraba en ese momento en la cocina y nos chocamos los dos.
-Mira por dónde vas-Me dijo con ese tono arrogante que
tiene siempre-.
Yo simplemente le miré y seguí sin hacerle caso, oí como
resoplaba. Intenté llegar a las escaleras pero no lo conseguí, ahí estaba Stefan
cerrándome el paso, parecía serio.
-¿Qué pasó anoche?-Su tono de voz me paralizó
completamente-¿Qué pasó?
-Stefan-Le dije acercándome poco a poco hacia el-, no
pasó nada.
-¿Lo juras?-Esta vez sonaba preocupado.
-Si lo juro, ¿Stefan que te pasa?
-No lo sé-Dijo esto mientras se llevaba una mano a la
cara y se iba hacia la cocina-.
Me giré para ver cómo se marchaba, su ancha y fuerte
espalda me hipnotizaba, su pelo marrón brillaba y bueno… Tenía un bonito culo.
Se me escapó una pequeña sonrisa al mirarle marchar, era tan apuesto.
Subí a mi habitación por fin, pero no pude estar más de
cinco minutos sola, Len apareció en mi habitación.
-¿Qué haces?- Su colonia inundó toda la habitación-
¿Estás bien?
-Sí, estoy bien-Dije sin dejar de mirar al techo-.
Simplemente estoy cansada.
Len se tumbó a mi lado, los dos estábamos boca arriba en
la cama mirando el techo.
Len empezó a buscar mi mano hasta que la encontró y la
apretó con fuerza. Una ola de calor me recorrió el cuerpo. Empezó a acariciarme
con su pulgar y yo le imité. Popo a poco nos íbamos juntando hasta que acabé
con mi cabeza en su pecho. Ninguno decía nada.
Me daba miedo mirarle a la cara, quería besarle pero no
estaba convencida del todo.
Len soltó mi mano y empezó a hacerme suaves cosquillas
por mi tripa; cada vez tenía más calor.
Mi corazón se aceleraba a la vez que el bajaba la mano.
¿De verdad quería que metiera la mano?
Y justo antes de que ocurriera, oímos como Lucas le
llamaba desde el pasillo.
-Me cago en la hostia…-Dijo Len en voz baja- ¡¿QUÉ?!
Lucas entró en la habitación y se quedó blanco. Me miraba
fijamente, su rostro no mostraba ninguna expresión, me daba miedo.
-¿Qué hacéis?-Dijo por fin.
-Nada-Dijimos Leander y yo a la vez-.
-Por favor Len-Ahora parecía enfadado-, tengo que hablar
contigo.
Len me dio un beso en la cabeza antes de levantarse.
Lucas se quedó apoyado en el marco de la puerta.
-¿Qué ha pasado aquí?-Me dijo en tono cortante y mirando
al suelo.
-No ha pasado nada, simplemente hablábamos.
-No se os oía hablar.
-Bueno, estábamos tumbados en la cama, pero no ha pasado
nada, aparte ¿Qué te importa a ti lo que haga o deje de hacer?
-No me importa nada, puedes hacer lo que te salga de los
cojones-Dicho esto salió de la habitación dando un portazo-.
Yo me quedé mirando a la puerta ¿Qué leches le pasaba a
este ahora? Estaba tan a gusto con Len en la cama pero… ¿Realmente quería que
metiera la mano? Nunca me habían hecho nada parecido, nada de meter mano, nada
de meter nada.
Yo lo único que había hecho con un chico había sido
besarle en la boca.
Volví a mirar al techo y dejé la mente totalmente en
blanco. Todavía se olía la colonia de Len por la habitación.
De pronto una música rompió y me desconcentró, venía de
la habitación de Stefan.
Me levanté de la cama rápidamente y salí de la
habitación, justo cuando salía me encontré con Lucas en el pasillo; yo le miré
al os ojos, el evitó mi mirada. Hecho esto Lucas se metió en su habitación
donde se oía a Len hablando por teléfono.
Yo me dirigí a la habitación de Stefan. No me molesté ni
si quiera en llamar a la puerta.
Cuando entré me quedé pasmada, Stefan estaba de espaldas
buscando en su armario y solo llevaba puestos los calzoncillos. Tenía la
espalda musculada y ancha, sus piernas y brazos eran fuertes y su pelo brillaba
con el sol que entraba por la ventana.
Aparté la vista de él y fui directa a la cadena de
música.
-¡Eh! ¿Qué haces?-Dijo Stefan al segundo de parar la
música, seguía mirando al armario- ¡Qué estoy cambiándome!
De pronto se giró y yo no fui capaz de articular palabra.
Sus pectorales y abdominales estaban totalmente marcados, sus brazos eran aún
más fuertes vistos desde aquí. Su clavícula realmente marcada era lo que más me
llamaba la atención. Después, sin poder evitarlo, bajé la vista a ese gran bulto
que tenía entre las piernas; y por último, cometí el error de mirarle a los
ojos. Los dos nos quedamos callados mirándonos. El corazón se me aceleró.
Stefan comenzó a mover el labio pero no dijo nada,
simplemente se quedó ahí parado, mirándome.
-Lo siento-Dije por fin-, tenías la música muy alta.
Stefan no decía nada. De repente dio un respingo y empezó
a rebuscar en su armario, sacó una camiseta azul marino y se puso unos
pantalones de chándal que había encima de su cama.
-Ya me has visto casi desnudo, estamos en paz.
Stefan me miraba con una sonrisa tímida, y ole devolví el
gesto.
De pronto apareció delante de mí y me besó la cabeza,
después la frente, bajó a la mejilla, las comisuras y cuando creía que me iba a
besar en los labios, bajó al cuello. Un escalofrío me recorrió el cuerpo.
-Stefan…-dije sin pensar-.
Al decir eso Stefan me puso una mano en la cintura y me
abrazó contra él. La otra mano la tenía en mi nuca.
Cada vez se calentaba más el ambiente.
Stefan empezó a desabrocharme la camisa y empezó a
besarme el pecho. Las piernas me temblaban y el pulso me iba cada vez más
rápido.
De repente me tumbó en la cama y empezó a subir de nuevo.
El pecho, el cuyo, la mejilla y las comisuras. Fue directo a mis labios pero
antes de llegar a rozarlos se paró a pocos centímetros. Yo sin pensármelo dos
veces le cogí de la cara y le besé en los labios.
El corazón se me aceleró por completo. Tenía su cuerpo
encima del mío, estábamos completamente pegados.
Respirábamos a la vez y su corazón iba incluso más rápido
que el mío. Él jugaba con mi lengua y yo le mordía el labio.
De pronto su móvil empezó a sonar y nos quedamos parados
a unos pocos centímetros el uno del otro. Gruñó y se separó de mí.
-¿Si?-Dijo mientras me cogía la mano- Si, voy para allá.
Colgó el teléfono y sacó un traje de su armario.
-Tengo que irme-Se giró para hablarme, estaba sonriente-,
tengo una reunión urgente.
Yo le miraba sentada en la cama, se acercó a mí y me dio
un beso en los labios.
domingo, 22 de diciembre de 2013
Capítulo 4
Dos personas hablaban cuando yo me desperté, susurraban
más bien. Seguí con los ojos cerrados, quería saber qué es lo que hablaban.
-¿Se ha quedado toda la noche aquí?-Dijo una voz que no
conocía de nada- Debes de tenerla loca para que hiciera eso por ti.
Oí como la risa de Lucas resonaba por toda la habitación.
-No seas estúpido Len, no se fijaría en un tipo como yo,
estoy seguro. A ella seguro que le molan más como mi hermano.
-Como a todas ¿No?
-Exacto-Lucas sonaba triste-, como a todas.
Los dos se quedaron en silencio un buen rato, estaba
totalmente segura de que me estaban mirando, o por lo menos uno de ellos.
Siempre me pasa cuando me miran, siento como un cosquilleo en la espalda y me
pongo alerta.
-Es bastante guapa-La voz de ese tal Len era demasiado
grave para mi gusto-, es una pena que no la hubiera visto antes.
-Es que siempre está encerrada en su habitación.
-¿Y que hace allí dentro? ¿Cosas sucias?
-Supongo que leerá y también dibuja. Lo hace bastante
bien.
-¿Sabes que es lo que más me sorprende Lucas?-Oí como Len
andaba por la habitación, se acercaba a mí- Que todavía no la hayas intentado
seducir.
-¿Por qué debería hacerlo?-Lucas sonaba irritado, como si
el comentario le hubiera ofendido.
-Porque si fuera tú, no podría resistirme-Noté su aliento
en mi oreja y yo sobresalté-. ¡Oh vaya! Perdona, no quería despertarte-Me lo
dijo totalmente arrepentido-.
Yo no dije nada, simplemente sonreí. Todavía no veía del
todo bien, tenía la vista borrosa y mis músculos aun cansados, cuando por fin
pude enfocar bien me quedé bloqueada ¿Ese era Len?
Era un tipo alto y musculado, su pelo era rubio claro. El
flequillo a un lado tapaba casi toda su frente pero dejaban ver unas cejas
gruesas y definidas, sus ojos del color del lapislázuli me miraban fijamente,
tenía una mirada salvaje. Su sonrisa torcida era hermosa y sus dientes blancos
y alineados le hacían parecer más atractivo de lo que ya era. Llevaba una
camisa de cuello abierto dejando al descubierto su clavícula marcada y su gran
pecho. Era hermoso.
-¿Estás bien?-Me preguntó acercando su cara a la mía, yo
me eché para atrás con un movimiento brusco, mientras, el seguía avanzando-
Pareces asustada pequeña.
-Len para-dijo Lucas, su tono de voz fue tan brusco que
me impactó, estaba enfadado-, déjala en paz.
Len me sonrió amablemente y me revolvió el pelo mientras
me pedía perdón. Ese gesto me agradó bastante.
Estuvo en la habitación más de una hora y pude fijarme
que todos sus movimientos eran bruscos y coordinados, rápidos y audaces. Yo le
miraba embobada, era impresionante el simple hecho de tenerlo en frente.
Alguien hermoso como él era digno de admirar.
-Y entonces desapareciste-Dijo con ese tono de voz tan
grave-, no sabía dónde coño te habías metido Lucas y entonces, a las 4 horas me
llama tu hermano, que estás en el hospital. Y yo pensando ¿Qué cojones habrá
hecho ahora? Estaba realmente asustado, en serio.
-Ya bueno…
-¿Qué hiciste?-Pregunté yo, mi tono de voz sonó cortante-
¿Se puede saber lo que hiciste para acabar así?
Len parecía divertirse mientras que yo medio regañaba a
Lucas.
-Yo bueno… Me fui con una chica, una copa, otra y pum, no
recuerdo mucho más.
-¡¿Tú sabes lo mal que lo pasé al verte tirado en el
suelo Lucas?!-Me señalaba a mí misma con el dedo mientras me levantaba de golpe
de aquel sillón-¡¿Al abrir la puerta y verte allí tirado?!-Cada vez estaba más
cerca suya-La próxima vez que hagas algo así me encargaré yo misma de mandarte
al hospital-Me choqué con el borde de la cama-, y no precisamente por las
drogas y tu imprudencia.
Lucas me miraba fijamente a los ojos, no decía nada, ni
si quiera parpadeaba a penas. Pude ver temor en los ojos y algo más, pero antes
de que pudiera fijarme Len estalló en carcajadas. Los dos nos giramos para
verle, yo le miré enfadada pero él ni siquiera se paró a mirarme.
-Dios mío parecías su madre-Dijo entre risas-, que me
meo.
Lucas soltó unas risitas y yo sin aguantar un segundo más
salí de la habitación enfadada y avergonzada. ¿Cómo podía haberle dicho eso a
Lucas? Que hiciera lo que le diera la gana, para eso ya tiene 18 años ¿No?
Avancé con paso rápido por los pasillos de aquel horrible
hospital. Estaba bastante sucio, se notaba que era de un pueblo. En las
esquinas había suciedad acumulada y telarañas en varios rincones ¿No se supone
que los hospitales deben de estar totalmente limpios?
Entré a un baño y lo único que podía ver ahí era
suciedad. Me dio tanto asco que se me quitaron hasta las ganas de mear pero me
quedé un rato allí encerrada mirándome al espejo. Tenía el pelo marrón revuelto
y mis pecas se hacían notar bajo mis ojos verdes. Empecé a peinarme el pelo con
mis manos huesudas, un par de mechones se enredaron en mis dedos, se me estaba cayendo
el pelo.
-Me voy a quedar calva-Dije mientras los dejaba caer a
aquel baño tan sucio-.
Salí de aquel baño asqueada, quería irme ya a casa.
Avancé por el pasillo deprisa, había demasiados enfermos deambulando por los
pasillos.
Justo cuando iba a entrar en la habitación me choqué con
Len, que justo salía de allí.
-Oh vaya, ¿Ya vuelves pequeña? Te iba a ir a buscar,
Lucas estaba preocupado.
-¿Y tú no?-Le dije con voz arisca, el no dijo nada,
simplemente me dejó pasar.
Lucas ni si quiera me miró a la cara cuando pasé a la
habitación. Me dejé caer en el sofá y Len se sentó en uno de los reposabrazos.
-Quiero irme a casa-Dije mirando al techo-, tengo mucho
sueño y no me gusta dormir en este sofá.
-¿No se te ocurrió dormir con Lucas?-yo simplemente
ignoré su comentario, empezaba a pasarte de listo.
-Si quieres irte vete-Me dijo Lucas, miraba sus pies
mientras hablaba-, nadie te obliga a estar aquí.
-No quiero dejarte solo.
-No está solo, estoy yo aquí con él.
-Y por esa razón es por la que me quedo-Miraba a Len con
una sonrisa que él me correspondía-, no me fio de ti.
El solo se rio, me pasó su brazo izquierdo por los
hombros y me pegó a él. Yo no impuse resistencia alguna.
Estuvimos hablando casi toda la mañana hablando, y
después Len trajo algo de comida pero yo cada vez estaba más cansada. No sé qué
hice pero al final Len acabó sentado en el sofá y yo encima suya, dormida.
Le rodeaba el cuello con los brazos y tenía apoyada la
cabeza en su hombro derecho, mientras, el me rodeaba con sus brazos musculados.
Lucas nos miraba desde su cama con recelo. Len usaba 1 million, una colonia que podría reconocer en cualquier parte.
Poco a poco me fui quedando dormida hasta que caí en un profundo sueño.
Me desperté tumbada en una cama, y no era la mía
precisamente. Cuando enfoqué la vista pude ver que seguía en la habitación del
hospital y vi a Lucas tumbado en el sillón con una postura realmente incómoda
¿Me había cedido el sitio? ¿En serio?
Me incorporé y vi en el reloj de la pared que eran las 5
de la mañana, pero me daba igual, Lucas tenía que estar en su cama, no yo.
Me levanté de la cama sin hacer ruido y me acerqué a él.
Me quedé mirándole un par de segundos hasta que me arme de valor y le zarandeé
para que se despertara. Me gruñó nada más tocarle.
-Lucas-Le movía suavemente te un lado para otro-, Lucas
vete a tu cama.
-No-Dijo mientras me cogía de la muñeca y tiraba de mi-,
quédate conmigo.
Me rodeó con sus brazos con fuerza, definitivamente no
estaba dormido. Me intenté deshacer de ellos como pude pero no había manera, me
había atrapado.
-Lucas, vete a tu cama-Le decía con un tono de voz cada
vez más alto-, estás enfermo, tienes que descansar.
-No lo estoy, mañana por la mañana me dan el alta.
-Vale, me alegro-Le dije mientras que tiraba de él, había
conseguido liberarme-. Pero ahora a tu cama.
Él se levantó y fue hacia ella arrastrando los pies, se
sentó en el borde y cuando tenía la guardia baja me agarró y me tumbó en la
cama con él.
-¿Qué haces?-Le dije mientras me giraba para darle la
espalda.
-Nada-Y dicho esto ninguno habló más-.
No intenté soltarme otra vez ya que sabía que el esfuerzo
sería en vano. A los 10 minutos noté la respiración de Lucas en la nuca, se
había quedado dormido.
Me giré para mirarle la cara, me encantaba observarle y
más cuando dormía, se le veía inocente e incluso feliz. Me quedé cara a cara
con él y sin pensarlo le besé la frente, así era como mi madre me decía buenas
noches. Al hacerlo Lucas me apretó contra él y sonrió levemente, no ocurrió
nada más en toda la noche.
miércoles, 18 de diciembre de 2013
Capítulo 3
Le arrastré como pude hasta el sofá y lo tumbé ahí.
Stefan no se levantaba pero en esos momentos me importaba bien poco, solo tenía
ojos para Lucas.
Le daba en las mejillas cada vez más fuerte hasta que le
di fuerte de verdad, pero nada.
-Lucas-Le zarandeaba de un lado para otro-¡Lucas! ¡Lucas
por favor despierta!
Las lágrimas empezaban a caerme de los ojos, sentía un
nudo en el estómago. Me estaba entrando un ataque de ansiedad.
Cada vez estaba más nerviosa y respiraba con dificultad
hasta que de repente Stefan apareció en el salón.
-¿Qué ha pasado?-Stefan vino corriendo hacia el salón y
empezó a zarandear a Lucas, aunque sabía que no daría resultado, es lo que
llevaba haciendo un rato-¡Llama a la ambulancia!
Tardé un segundo en reaccionar, salté a por el teléfono y
marqué el número lo más rápido posible.
Me atendieron al instante. Intenté hablar lo más calmada
posible aunque no funcionó ya que me fallaba la respiración y me temblaba todo
el cuerpo, no sé ni cómo pudo entenderme.
-Vale en 10-15 minutos tenéis una ambulancia en la
puerta.
-10-15 minutos…-Dije mirando el teléfono-, es mucho
tiempo.
Stefan no me hacía caso, el seguía con su hermano,
intentando cualquier cosa con tal de despertarle, pero nada funcionaba. Yo me
acerqué sin mirarle a la cara, ya que si lo hacía la angustia me atraparía de
nuevo, y le agarré la muñeca comprobando si tenía pulso. Respiré hondo, estaba
vivo.
Pasaron los 10 minutos más largos de mi vida hasta que
alguien llamó a la puerta.
Salté por encima de Stefan que estaba arrodillado al lado
de Lucas y fui corriendo a abrir la puerta. Detrás de ella me encontré a 2 jóvenes
con una camilla y otro detrás de ellos. El último se acercó a Lucas y observo
un rato.
-Hay que hacerle un lavado de estómago-Miré a Stefan y vi
como apretaba el puño-. ¿Quién viene con nosotros?
-Ve tu-Me dijo Stefan, yo me quedé pasmada mirándole ¿Por
qué yo?- Yo puedo ir en coche.
Yo asentí y me subí a la ambulancia de un salto. Estaba
sentada a un lado de Lucas y sin pensármelo dos veces le cogí la mano con
fuerza.
Le observé detenidamente, tenía puesto un collarín
innecesario y una bombona de oxígeno. Su pelo rubio miel estaba alborotado, al
igual que su camisa de cuadros está casi desabrochada. Creo que estaba a punto
de hacerlo cuando le ocurrió esto.
Noté una punzada en mi corazón, me molestaba que
estuviera a punto de hacerlo. ¿Sentía celos? ¿En serio? ¿En un momento como
este? Siempre soy tan oportuna.
Llegamos al hospital en menos de 20 minutos y en cuanto
bajamos de la ambulancia empezamos a correr, no sabía dónde iba, simplemente
corría con la mano de Lucas aún cogida.
Le metieron en una habitación o lo que fuera aquello y a
partir de ahí no me dejaron pasar. Antes de que tuviera que soltar su mano la
apreté con fuerza y la solté a regañadientes.
Me senté en una de las sillas de plástico del pasillo y
cerré los ojos. Todo era tan diferente hace tan solo unas semanas…
Estuve sola bastante tiempo, estaba nerviosa y lo único
que hacía era levantarme y volver a sentarme, mirar la lucecilla roja que había
encima de la puerta y morderme las uñas, eso es lo que hice en los 30 minutos
que estuve esperando.
Justo cuando las puertas comenzaron a abrirse Stefan
apareció por el pasillo corriendo, se veía tan hermoso. Sentí un par de
mariposas por el estómago y me ruboricé unos instantes.
-¿Ya está?
-Llegas justo a tiempo-Dije aún con aquellas mariposas en
el estómago-.
Salieron un par de médicos de la habitación y después
Lucas en la camilla, seguía con los ojos cerrados. Se nos acercó un médico.
-Ahora está sedado pero en unos 10 minutos estará
despierto. Ha tenido suerte de que hayáis llamado tan rápido. Había juntado
marihuana y alcohol.
Stefan me apretó la mano y después le dio las gracias al
doctor lo mejor que pudo. Seguimos la camilla de Lucas hasta su habitación pero
Stefan no pasó, él se quedó fuera llamando por teléfono, yo mientras me senté a
su lado y le volví a coger la mano. Le observé con detenimiento, ahora no tenía
nada que tapara su hermoso rostro. Sus labios finos y marcados, sus fracciones
duras y su nariz respingona, todo era perfecto, él era perfecto. Demasiado
delgado pensé, serían las drogas. Tenía que ayudarle como fuese.
Stefan seguía fuera de la habitación cuando Lucas
entreabrió los ojos. Sus pupilas estaban muy dilatadas pelo podía distinguir el
color dorado de sus ojos. Le apreté la mano nada más verle los ojos y el me
busco con la mirada, parecía asustado. Cuando me vio, me sonrió y me devolvió
el apretón. Articuló con sus labios un “gracias” y se quedó mirándome un rato
con aquella sonrisa tan irresistible. Las mariposas empezaron a crecer en mi
estómago pero me negaba a que aparecieran por su culpa. Era un chico arrogante,
creído y un niño por lo que he podido comprobar.
Empezó a juguetear con mi mano y de vez en cuando me
miraba a los ojos y me sonreía, cada vez que lo hacía las mariposas se
multiplicaban y cada vez me ponía más roja.
-¿Por qué te sonrojas?-Me preguntó con una sonrisa
pícara-¿Acaso estás nerviosa?
No me atreví a mirarle a los ojos ya que si lo hacía
notaría que lo que decía era verdad, que estaba nerviosa, que estaba nerviosa
porque él me estaba tocando.
-¿Por qué has hecho eso?-El solté de golpe, le miré con
la mirada más triste que pude poner y parece ser que funcionó.
Bajó la mirada a nuestras manos entrelazadas, parecía
arrepentido. Se quedó callado un buen rato y yo le apreté la mano, quería una
respuesta y la quería ahora.
-No lo sé, nunca lo había hecho.
-Lo hiciste ayer.
-Lo he hecho 4 veces esta semana.
-Estamos a viernes.
-El lunes no lo hice.
-Eres un gilipollas, no sé qué coño harán tus amigos pero
siento decirte que no te convienen, no estoy dispuesta a que pierdas tu vida
por hacerte el interesante Lucas.
El me miró sonriente, le parecía gracioso. Le solté la
mano de golpe ¿De qué se reía?
-¿Por qué te preocupas tanto?-Dijo mirando a la nada.
-Porque ahora te considero una de las únicas cosas que
tengo.
Se giró de golpe para mirarme, parecía sorprendido, como
si lo que hubiera dicho no se lo hubiera imaginado nunca. Yo le sonreí triste y
el me extendió su mano para que la volviera a coger, parecía un niño pequeño
ahí tumbado.
-Gracias.
-¿Por qué?
-Por preocuparte por mí-En ese momento el corazón se me
iba a salir por la boca de la emoción, ¿Cómo podía estar tan nerviosa?-.
En ese momento Stefan apareció en la habitación, estaba
realmente enfadado pero vi como concentraba toda su rabia en el puño derecho y
sonreía a Lucas con tristeza.
-Ni se te ocurra volver a hacernos algo así Lucas-Le dijo
mientras le revolvía el pelo-.
Lucas le sonrió un momento y después se volvió para
mirarme. Tenía la mirada cansada y le faltaban fuerzas. Me apretó la mano de
nuevo.
-Tengo sueño-Me dijo como si fuera un niño-.
-Pues yo me tengo que ir, mañana tengo asuntos
pendientes-Dijo Stefan mientras se dirigía a la puerta-. Clara quédate aquí con
él, y tú-Dijo señalando a Lucas con el dedo, estaba realmente cabreado-, como
vuelvas a hacer una estupidez así te reviento la boca de un puñetazo
¿Entendido?
Lucas simplemente le sonrió y Stefan le devolvió la
sonrisa, después, cerró la puerta dejándonos solos en la habitación.
Seguimos cogidos de la mano pero nadie hablaba, no era
tan incómodo como pensaba que sería. Poco a poco vi cómo se le iba cerrando los
ojos, daba pequeños cabezazos y se
volvía a despertar, así estuvo un buen rato hasta que se durmió por completo.
Sin saber lo que estaba haciendo le di un pequeño beso en
la frente.
-Buenas noches-Me susurró mientras que le besaba-.
-Buenas noches.
Me sonrió una vez más antes de volver a dormirse. Ahora
mi duda era ¿Dónde dormía yo? Vi un pequeño sillón en la esquina de la
habitación, parecía incomodo pero no me quedaba otra que dormirme ahí.
Me medio tumbé en aquel pequeño sillón, intenté ponerme
lo más cómoda que pude pero no conseguía estar del todo a gusto.
En un lateral encontré una pequeña palanca, tiré de ella
y el respaldo se echó hacia atrás. No tenía sueño y tampoco tenía nada con lo
que entretenerme, ni mi móvil ni un libro.
Me quedé mirando al techo como una hora y media hasta que
por fin conseguí dormirme.
sábado, 7 de diciembre de 2013
Capítulo 2
Oí
un golpe en la ventana, como si algo se hubiera chocado contra ella. Abrí los
ojos poco a poco ya que la luz me molestaba y no vi nada, volví a cerrarlos con
la intención de volver a dormirme pero el sonido de un ave revoloteando por la
habitación hizo que abriera los ojos de golpe, estaba asustada. No sabía que
pájaro era pero yo gritaba, gritaba como una loca ya que el ave pasaba a ras de
mi cabeza.
-¡Socorro!-Gritaba
a pleno pulmón-¡Ayuda!
En
ese momento alguien apareció en la habitación, me sorprendió que fuera Lucas.
-¡¿Qué
cojones pasa?!- Miró para arriba y vio al pájaro, su cara era todo un poema-
¡Una lechuza!
¿Cómo
es posible que supiera que pájaro era con solo verlo un segundo? Yo no sabía
que era una lechuza, creía que era algo peor.
Lucas
cerró la puerta y empezó a hacer movimientos con las manos hasta que consiguió ahuyentarla,
chocó un par de veces contra el cristal antes de salir al exterior. Lucas cerró
la ventana lo más rápido posible y cuando lo consiguió se apoyó contra ella y
me sonrió.
-Vaya
forma de despertarse ¿No, princesa?
-No
me llames princesa-Le dije molesta mientras me levantaba de la cama-. Gracias.
El
solo me sonrió y salió de la habitación sin decir nada más. Al segundo volvió y
me dijo:
-Stefan
no está, está comprando y yo tengo asuntos pendientes. Espero que no te pase
nada mientras estamos fuera. Si necesitas algo… El número de Stefan está en la
nevera, el mío también está pero a mí no me llames, no te lo cogeré.
Yo
solamente le miré y asentí, después desapareció. Pude oír como Lucas cerraba la
puerta de abajo con un portazo y arrancaba el coche. Tenía 17 y conducía, era
todo un delincuente, a lo mejor tenía un carnet falso.
Suspiré
y me desplomé en la cama, no le soportaba. Era un insolente y un niñato.
Cerré
los ojos con el objetivo de volver a dormirme pero no lo conseguí, solo
conseguí recordar las palabras que Lucas dijo anoche.
Me
levanté enfadada de la cama, cogí mi móvil y bajé a la cocina corriendo, fui
directa a la nevera. Vi el número de Stefan pegado con un imán en la nevera y a
la izquierda estaba el de Lucas. Me guardé los dos en el móvil, por si tenía alguna emergencia.
Me
quedé mirando el móvil un rato, tenía la mente en blanco. De repente me rugió
la tripa, tenía hambre, quería cerezas.
Abrí
la nevera y vi que no había nada metida en ella, solo cervezas y una botella de
agua.
-Normal
que Stefan haya ido a comprar-Dije en voz alta-.
Suspiré
y se me ocurrió la idea de ir a visitar a mi abuela, conocer los alrededores,
salir de la casa a fin de cuentas.
Subí
a mi nueva habitación a cambiarme. Aún no había deshecho la maleta, pero ahora
mismo no me apetecía nada, así que revolví entre mi ropa hasta que encontré
algo que me gustó. Cogí las llaves, mi bolso y un chicle para matar el hambre.
Al salir a fuera una duda me vino a la cabeza ¿Cómo voy a ir hasta el pueblo?
-Puede
que haya algo en el garaje-Pensé de nuevo en voz alta-.
Tuve
que volver dentro y abrir puerta por puerta hasta dar con el garaje. Tardé más
de 5 minutos en encender, el interruptor estaba escondido detrás de una
estantería y tuve que meter la mano como pude para poder encenderla.
Dentro
del garaje había todo lo posible y más. Un par de motos, 2 bicicletas, 1 skate,
había hasta una tabla de Snow y unos esquís.
Cogí
una de las motos, la más pequeña y la más ligera. Aprendí a montar en moto con
15 años, mi padre me enseño, hasta me saque el carnet, pero nunca llegue a
comprarme una.
Las
llaves estaban en la estantería de la entrada, estaban en un pequeño bol color azul
marino donde también había un pequeño mando que supuse que era para abrir el
garaje.
Cuando
introduje las llaves y oí rugir el motor supe que desde hoy esta sería mi moto.
Le
di al único botón que había en el mando y la puerta blanca que tenía en frente
empezó a abrirse lentamente. Avancé lentamente hasta salir fuera, apreté el
botón y hasta que la puerta no se cerró completamente no arranqué la moto.
La
carretera por la que iba no parecía tener fin pero eso no me importaba, quería
seguir y no parar nunca. El aire chocaba contra mi haciéndome sentir libre, aunque
al poco tiempo empezaron a llorarme los ojos.
Llegué
al pueblo en menos de 10 minutos y lo primero que hice fue visitar a mi abuela.
Me recibió con una sonrisa cálida, y estuvimos hablando más de una hora hasta
que vi la hora que era, las dos y media,
Stefan habría llegado ya a la casa y estaría preocupado.
-Abuela,
me voy ya.
-Vale
cariño, cuídate-Nos dimos un abrazo de despedida y me subí a la moto-.
Antes
de arrancar revisé mi móvil, ni una llamada.
Tarde
solo 5 minutos en llegar a la casa, quería llegar pronto ya que tenía hambre y
a lo mejor Stefan estaba preocupado.
Dejé
la moto en el garaje y cuando salí de este me quedé paralizada. Había una chica
en el sofá, estaba encima de alguien y ese alguien era Lucas. Ahí estaban los
dos, besándose en el sofá como si no hubiera mañana. El corazón empezó a
latirme con fuerza y la rabia se apoderó de mí, pero me controlé.
Me
aclaré la garganta para llamar su atención y funcionó al instante. La chica se
separó de él bruscamente, era una chica bastante guapa, pero no lo suficiente
para él. Lucas se giró a mirarme.
-Hola-Dije
con una sonrisa falsa y me dirigí a la cocina-.
Lucas
ni siquiera articuló palabra. Stefan estaba en la cocina vaciando bolsas de
Mercadona. Empecé a ayudarle. Había comprado todo tipo de cosas, desde nata
hasta un pollo para pre-cocinar.
-¿Dónde
has ido?-Me dijo de repente, estaba totalmente serio- Estaba muy preocupado.
-Bajé
al pueblo.
-¿Y
no se te ocurrió avisarme? ¡O poner una nota!
-¿Qué
leches te pasa Stefan?
-Nada,
no lo sé, estaba muy preocupado-Dijo mientras se frotaba la frente y cerraba
los ojos-. Lo siento.
Se
acercó a mí y me abrazó. Yo le besé la mejilla y después seguimos colocando la
compra.
Es
impresionante que tuviera tanta confianza con alguien a quien hace una semana
ni siquiera recordaba, puede que fuera la supervivencia y la falta de cariño,
pero en tan solo un día ya tenía mucha confianza en él.
-¿Quién
es la que está con Lucas?
-Seguramente
alguna facilona con la que habrá ligado, casi siempre se trae alguna chica a
casa.
-Podríamos
estropearles la fiesta-Dije con maldad-.
-¿Para
qué?-Dijo Stefan pasando un poco del tema- Déjale que disfrute.
Yo
me quedé mirándole, a decir verdad quería estropearles la fiesta por el simple
hecho de joder a Lucas.
-Me…
Me voy a mi habitación, no me encuentro bien.
Stefan
ni siquiera me preguntó que me pasaba, simplemente me sonrió. Cuando pasé por
el salón aún seguía allí aquella chica pero estaba vez no le estaba comiendo la
boca, simplemente Lucas la rodeaba con el brazo. Estaban callados.
Yo
subí las escaleras en silencio y en cuanto subí arriba Lucas empezó a hablar,
no puede evitar sentarme a escuchar lo que decía.
-Creo
que ya es hora de irse Laura.
-¿En
serio?-Su voz era muy aguda, realmente irritante- ¿No me vas a enseñar tu
habitación?
-No
hoy no-Pude oír como Lucas se levantaba del sofá y después ella-, está bastante
desordenada-Poco a poco la fue llevando hasta la puerta-, me debes ya 50 euros
Laura.
-Si
subiéramos arriba…-Vi como aquella chica se restregaba contra el- Podría
pagarte de otra forma.
-No
quiero que me pagues de otra forma-Lucas lo decía realmente serio-, te doy de
plazo hasta el viernes que viene sino no te conseguiré más.
-Pero…
-Ni
peros ni nada, es hora de irse-Le abrió la puerta y ella salió a regañadientes-.
Ella
se le quedó mirando y vi cómo se acercaba poco a poco a darle un beso, pero
Lucas no se lo permitió.
-Adiós
Laura-Y le cerró la puerta en las narices-.
Solté
una risilla al ver la expresión de la chica justo antes de que la puerta se
cerrase. Lucas se quedó unos segundo apoyado en y después se giró a mirarme.
-No
está bien espiar a los demás ¿Sabes?
Yo
solo solté una carcajada y me levanté de las escaleras, el simplemente se quedó
allí abajo mirándome.
Entré
en mi habitación realmente cansada pero tenía que deshacer la maleta, así la
habitación sería oficialmente mía.
Solo
había traído ropa, mi neceser y cargadores, muchos cargadores. Empecé a ordenar
todo, cada cosa en su sitio y al fondo de la maleta encontré una foto con mis
padres, la cogí con cuidado y pasé mi mano por encima, al momento empecé a
llorar y cada vez más fuerte. Dejé la foto encima de la cama y caí de rodillas
al suelo, cada vez sollozaba y gritaba más. Quería desaparecer, quería que todo
terminara, que el sufrimiento se fuera. Me cubría la cara con las manos y volví
a gritar, esta vez con más fuerza que antes y de repente alguien me abrazó por
la espalda, me abrazaba fuertemente y me pegaba contra su pecho.
-Kat,
Kat, ya está-Stefan estaba tan agitado como yo-, tranquila Kat por favor.
Yo
solo negaba con la cabeza y daba patadas a todo lo que pillaba por delante.
-No
lo soporto más-Gritaba una y otra vez-, has que pare Stefan, haz que pare.
Vi
como Lucas aparecía en ese momento en la habitación y me cogía de las piernas.
Los dos me dejaron sobre la cama, me sujetaban con tanta fuerza que era casi
imposible moverse.
-Kat,
para-Lucas me miraba directamente a los ojos, ahora casi todo su ojo era dorado
y sus pupilas estaban realmente dilatadas, me dio tanto miedo que paré de
golpe-. Eso es, tranquila.
Stefan
relajó las manos y me soltó las muñecas pero Lucas seguía sujetándome y los
agujeros de la nariz estaban abiertos, cada vez respiraba más rápidamente y me
apretaba con fuerza.
-Me…Me
haces daño-Le dije mientras la última lágrima caía por mi mejilla-.
Lucas
me miró unos segundos más y después me soltó de golpe.
-Lo
siento yo…
-¡¿Estás
colocado?!-Stefan le cogió del cuello levantándole del suelo, daba miedo-¡¿En
serio?!
-¡Y
que más te da a ti!-Dijo Lucas mientras que forcejeaba contra su hermano- ¡Es
mi vida no la tuya!
Y
entonces le dio un puñetazo en la cara y después otro, y otro hasta que
terminaron los dos en el suelo, forcejeando el uno contra el otro, yo no sabía qué
hacer. Solo se me ocurrió grita, gritar lo más fuerte que puede y funcionó,
pararon al instante.
-¿Qué
haces?-Preguntaron a la vez.
-Lo
primero que se me ha ocurrido para que paréis. Ahora, iros de mi habitación-Les
señale la puerta y los dos se quedaron mirándome-.
-¿En
serio?-Lucas parecía divertirse mientras que Stefan estaba totalmente
avergonzado.
-Sí,
fuera. Los dos.
Los
dos se levantaron a la vez y salieron de mi habitación dejándome sola. La foto
seguía en la cama, pero esta vez la miré con una sonrisa.
La
cogí con cuidado y la dejé sobre la mesilla, al lado de mi reloj. Ya eran las 4
y mi estómago empezaba a quejarse, quería comer.
Bajé
a la cocina y allí estaban los dos, sentados mirando embobados la televisión
mientras comía cada uno una cosa. Yo abrí la nevera y saqué un bol que había
con trozos de sandía. Me senté en el medio de los dos y comencé a comer.
-¿Estás
mejor?-Me preguntó Stefan.
Asentí
sonriente, mientras, Lucas miraba la tele sin prestarnos atención. Estaba muy
agradecida por lo de antes, quería compensarlo pero no sabía cómo.
-Chicos-Los
dos se giraron a la vez-, ¿Qué os parece si vemos esta noche una película los
tres?
-Yo
no puedo-Lucas se levantó de golpe-, tengo cosas que hacer.
Recogió
los platos y desapareció de la cocina. Stefan y yo nos quedamos en silencio
durante un buen rato.
-¿Entonces
la vemos tu y yo?
Stefan
sonrió de oreja a oreja, no dijo nada más, solo sonrió. Yo le devolví la
sonrisa y me termine el bol de sandía, estaba realmente hambrienta.
Después
de recoger y hablar un rato con Stefan, subí arriba directa a la cama, estaba
cansada de repente. Me tumbé boca abajo tapándome la cara con la almohada, casi
no podía respirar pero me daba igual. Estaba completamente reta, los brazos
estirado pegados a los costados y las piernas rectas y juntas, estaba realmente
incómoda.
Al
darme la vuelta vi que Stefan pasaba por el pasillo, parecía llevar prisa. Me
quedé mirando su pelo marrón embobada mientras pasaba. Después aparté la vista
de la puerta para mirar al techo. Un techo blanco, simple. En mi cuarto tenía
una foto gigante de mis amigos, un día de piscina, un día feliz, pero aquí no
tenía nada. Ni amigos, ni recuerdos, todo lo había dejado en Madrid. Solo había
traído una foto de mis padres todo lo demás lo había borrado o tirado a la
basura, no merecía la pena mantener mi antigua vida.
-Kat-Stefan
apareció en la puerta-, tengo algo para ti.
-¿Para
mí?
-Sí,
toma-Se sentó conmigo en la cama y sacó una pequeña caja de su espalda-, para
ti.
Yo
la cogí de sus manos con una sonrisa y cuando abrí el regalo dejé escapar un
grito.
-¡¿Un
iPhone?! ¡¿ESTAS LOCO?!
-He
visto la mierda de móvil que tienes Kat, te mereces esto.
-Toma-Le
dije tendiéndole el regalo-, no puedo aceptarlo.
-No
te lo he comprado solo por ti, sino por mí. Quiero estar en contacto contigo.
-Pero…
Con mi móvil puedo llamar…
-Y
con este mandar WhatsApp, Twitter, Facebook, todas esas cosas.
Yo le miré sorprendida, de verdad estaba regalandomelo.
-Ya tiene la tarjeta dentro, es un nuevo número.
Estuvo más de media hora en mi habitación enseñándome a utilizarlo. Al rato se marchó.
Al
final acabé tumbada en el suelo, dando vueltas sin saber qué hacer, estaba
realmente aburrida.
Oía
cada sonido de la casa, escaleras, calderas, puertas abiertas que se cierran de
golpe, la música de Stefan a todo volumen y los pasos de Lucas por su
habitación. De repente Lucas abrió la puerta y salió al pasillo, parecía que
tenía prisa.
Oí
como baja las escaleras y se saltaba un par de escalones, después, abría la
puerta y salía corriendo sin ni siquiera coger el coche.
-Debe
de ser urgente para que se vaya corriendo así-Pensé en voz alta mientras los
ojos se me cerraban-.
Cuando
me desperté ya eran las 8 de la tarde, no había aprovechado el día o eso es lo
que a mí me parecía.
Bajé
a la cocina con el pelo totalmente.
Stefan
estaba allí sentado viendo la tele, tenía un batido de chocolate sobre la mesa.
-Hola-Dije
con la voz cansada-.
-Ho…
¡¿Katherine?!
-¿Qué
pasa?
No
dijo nada, simplemente me señaló el pecho y cuando miré no podía creérmelo.
Había bajado en ropa interior, una ropa interior de gasa. Se veía todo.
-¡Mierda!
¡No mires!
Lo
primero que hice fue esconderme detrás de la encimera y después salir a gatas
de la cocina.
Nunca
me había visto un chico así, nunca en la vida. Cuando entré a mi habitación
estaba hiperventilando de lo nerviosa que estaba, no podía creérmelo, no podía
creer que Stefan me hubiera visto casi desnuda.
No
salí de mi habitación hasta las 10 y media de la noche.´
-Vaya,
veo que ya estás vestida-Me dijo con una sonrisilla en la cara-.
-No
me hace gracia, no me lo recuerdes.
-Vamos,
como si no lo hubieras enseñado ya.
Yo
me quedé mirándole más avergonzada aun. Claro que no había enseñado mi cuerpo a
alguien, ¿Quién haría eso? Me moriría de vergüenza.
-Nadie
antes me…me había visto así.
Stefan
se ruborizó al instante y se llevó una mano a la nuca mientras sonreía
nervioso.
-¿En
serio? Va-vaya… Bueno no pasa nada. Es bonito.
-¡STEFAN!
-Perdóname
perdóname-Se me acercó un poco y me sonrió-.
Yo
le miré enfadada, ¿Cómo podía haber dicho eso?
Después
de eso cada uno siguió a lo suyo. Yo leyendo un libro mientras que el escribía
cosas en su teléfono.
Le
pregunté qué hacía, que qué era lo que escribía. El me respondió que escribía
tweets.
-¿Qué
es eso?
-¿No
conoces Twitter?
-No...
Bueno, sí, mis amigas tenían pero a mí no me gusta tener cosas de esas.
-Que
rara eres-Me dijo con una sonrisa, después siguió a lo suyo-.
De
vez en cuando se reía o las comisuras de los labios se le levantaban levemente.
Le observaba todo el rato, era realmente guapo, sus fracciones perfectas y unos
ojos que te atrapaban completamente. Pero los ojos de Lucas eran diferentes,
eran más raros, más bonitos.
En
ese momento me vino Lucas a la mente ¿Dónde estaba? Había salido ¿Verdad?
Le
pregunté a Stefan y no tenía ni idea, normal, había desaparecido así, sin más.
Y a los poco segundos Lucas desapareció de mi mente.
A las
12 Stefan empezó a preparar la cena, mientras, Lucas seguía sin aparecer.
Cenamos arroz con costillas, dijo que era una receta de su madre y la verdad es
que estaba buenísimo.
Terminamos
de cenar a la 1 de la mañana y poco después nos fuimos a la cama.
Me
quedé leyendo ya que no tenía nada de sueño, leí y leí hasta las 5 de la mañana
pero el libro no tenía fin, cada vez se me hacía más y más pesado leerlo así
que acabé dejándolo en la mesilla y apagando la luz pero no me dio tiempo a
dormirme ya que alguien llamó al timbre.
Pasaron
unos segundos pero Stefan no parecía por la labor de levantarse asique lo hice
yo.
Bajé
las escaleras lentamente, estaba realmente cansada. Al llegar a la puerta pensé
unos segundos en si abrirla o no, al final acabé haciéndolo.
Dejé
escapar un grito cuando vi a alguien tirado en el suelo, ese alguien era Lucas.
lunes, 2 de diciembre de 2013
Capítulo 1
Esperaba
impaciente aquel tren, quería llegar ya a Ávila y terminar todo aquello.
Mi abuela
llevaba 4 días en Ávila, la había pedido que fuera, que me dejara sola. Ella
sin rechistar se compró un billete al día siguiente y se marchó, se lo
agradecería eternamente.
Estaba sentada en un banco rojo, el cual tenía pequeños
agujeros que se me clavaban en los muslos dejando una marca.
Todavía quedaban más de 20 minutos para que llegara aquel
tren hacia Ávila.
En 20 minutos podía hacer muchas cosas, pero en ese
momento no me vino ninguna en la cabeza, lo único que quería hacer en aquel
momento era desaparecer de allí, de la tierra. Ya solo me quedaba mi
abuela, no tenía amigos, ni padres,
estaba sola.
Me puse los cascos y la música me aisló completamente del
exterior.
No pasaron ni 3 minutos cuando un chico se sentó a mi
lado y se quedó mirándome un buen rato, al igual que yo a él. Llevaba unas
gafas de sol negras, una camiseta de tirante bastante suelta y unos piratas. No
alcanzaba a mirar sus zapatillas, no quería que me viera observándole.
Al segundo seguí a lo mío pero él me miraba, los ojos se
le veían a través de los cristales.
-¿Qué?-Dije algo molesta, me incomodaba su mirada-
¿Quieres algo?
-Nada borde… Pareces distraída.
Me quedé
mirándole, ¿De qué iba? No me conocía de nada.
-¿Y a ti que te importa?-Le dije de la manera más
arrogante que pude- No es asunto tuyo.
-Veo que no estás bien-Chasqueó la lengua y se giró para
mirar hacia delante-.
Yo me quedé mirándole un buen rato sin saber qué hacer,
quería que me mirara pero él no hacía nada, seguía a lo suyo.
-Mis padres murieron la semana pasada-Y al instante se
giró a mirarme y me cogió la mano con tanta dulzura que las lágrimas empezaron
a caer de mis ojos-, un accidente de coche.
Y de repente me abrazó, un cálido abrazo que lo único que
consiguió fue que las lágrimas salieran con más fluidez.
Me hundí en su cuello e inhalé su perfume, olía a
Abercrombie y eso me calmó bastante, es más, me gustaba como olía.
Mis sollozos cesaron lentamente pero seguimos abrazados
durante más tiempo.
-A veces-Empezó a susurrarme al oído-, lo único que
necesita alguien es un abrazo sincero.
Nos separamos poco a poco y cuando le vi la cara ya no
tenía las gafas, sus ojos me atraparon por completo. Sus ojos eran grises y alrededor
de la pupila había pequeños destellos dorados, me enamoraron.
De pronto un tren llegó a la estación, no era el mío, el
suyo sí.
-Este es mi tren-Me dio un beso en la frente-, te veré
pronto, por no decir luego.
-Esto yo…-Y antes de que me diera cuenta ya estaba
dentro, se había ido-.
Me quedé mirándole, sus músculos estaban realmente
marcados. Tenía una maleta roja y otra de mano, era Nike, realmente bonita y
estaba bastante llena, como si se mudara.
No me fijé a donde se dirigía, solo podía mirarle a él.
Le perdí de vista y el tren emprendió su viaje.
Pasé los 15 minutos que quedaban pensando en él, en sus
ojos, sus músculos, su pelo rubio.
Llegó mi tren y me senté en un asiento lo más aislado
posible, me quedé mirando por la ventana mientras empezaba a fantasear con
aquel chico sin nombre.
Estábamos en un
frondoso bosque, el me abrazaba mientras que yo cerraba los ojos e inspiraba el
aroma de aquel bosque. Abrí los ojos y cuando me gire a mirarle no tenía
rostro, era una mancha negra.
Grité tan fuerte que todos los del tren me miraron
enfadados, me había quedado dormida.
Avergonzada, me bajé de aquel tren lo más rápido posible,
menos mal que me había despertado justo en mi parada.
Fuera había un joven con mi nombre escrito en un papel,
como si estuviera en un aeropuerto. Era realmente apuesto, con el pelo marrón,
ojos verdes y las fracciones realmente marcadas. Parecía un modelo o incluso
algo mejor. Era realmente guapo y atractivo, cuanto más me acercaba más guapo
era. Cuando estaba solo a unos pocos metros me fijé en que tenía unas pequeñas
pecas bajo los ojos y la nariz, realmente adorable. Aquellos pequeños detalles
hacían que fuera irresistible para cualquier persona. Me miraba fijamente y de
pronto una de las sonrisas más hermosas que había visto nunca apareció en su
rostro, haciendo que mis rodillas temblaran.
-Hola ¿Katherine? ¿Katherine Wheel?
-La misma, aunque prefiero que me llamen Kat.
-Hola
Kat, soy Stefan Lawrence.
-¿No eres de por aquí no?
-Tú tampoco pareces serlo.
Yo le sonreí al igual que él me hizo a mí. Me cogió la
maleta y empezamos a andar. La gente le miraba, las chicas le sonreían, los
chavales le miraban celosos, acaparaba todas las miradas, hasta la mía.
Llegamos hasta una camioneta vieja, parecía roja pero la
suciedad y el barro no dejaban verlo bien.
-No es una limusina-Empezó a decir mientras dejaba las
cosas en la parte de atrás-, pero todavía funciona.
Yo solté una risilla mientras abría la puerta chirriante
del copiloto y me sentaba en su asiento desgastado. A pesar del mal aspecto de
la camioneta el interior olía realmente bien, a vainilla.
Arrancó el coche y empezamos nuestro viaje. Por la
carretera también se nos quedaban mirando, no sé si era por la chatarra en la
que íbamos o la belleza que llevaba a mi lado, pero acaparábamos la mirada de
casi todos los coches.
En un momento del camino un par de chicos en un
descapotable me gritaron cualquier barbaridad a lo que Stefan contesto con un
volantazo, cerrándoles el paso. Me quedé mirándole, los ojos le echaban
chispas.
Fuimos el resto del camino hablando de estupideces,
escuchando la radio y riendo, era un chico realmente encantador.
-¿Y tienes algún hermano Stefan?
-Sí, tiene un año menos que yo. Yo tengo 19.
-Creía que eras más mayor, yo tengo 17.
-¿En serio? Parece que tienes 19.
-Ninguno somos lo que parecemos…
Dicho esto nos quedamos en silencio durante un largo
tiempo.
Llegamos al pueblo a los 20 minutos, estaba realmente
apartado de Ávila.
-¿145 habitantes?
-Contigo 146-Me dijo sonriente-. Es un sitio encantador, ya
lo verás.
Yo le miré curiosa y él me sonrió sin dejar de mirar a la
carretera.
Mediante más nos adentrábamos en aquel bosque más me
gustaba aquel lugar. Al fondo de tanto árbol vi un pequeño lago.
-¡¿Eso es un lago?!-Dije entusiasmada.
-Sí, podemos ir a verlo mañana.
-¿Y hoy por qué no?
-Porque hoy es muy tarde y quiero dormir.
Solté un suspiro y me quedé mirando el lago. Siempre
había querido vivir cerca de uno, para ir tardes enteras a leer o simplemente a
perderme en mis pensamientos.
Aparcó la camioneta en frente de la pequeña casa de mi
abuela y los dos bajamos a la vez.
-Te está esperando dentro, yo espero a que salgas aquí.
-¿Por qué me tienes que esperar? ¿Es que vamos a algún
otro lado?
-Tú entra.
Yo le miré extrañada y entré sin llamar. La puerta
chirrió al abrirse. No recordaba que aquella casa fuera tan pequeña. Me fijé en
que en aquella casa con cabíamos las 2. Solo era una cocina, una habitación y
un baño, no había más.
-¿Abuela?
-Cariño, estoy aquí-Se oyó una voz desde la habitación-.
Pasa.
Entré en la habitación y allí estaba ella, levantándose
de la cama como podía, corrí a ayudarla y cuando ya estaba de pie la abracé con
fuerza.
-¿Qué tal estás cielo? ¿Has conocido a Stefan?
-Sí, es un chico encantador.
-Encantador y guapo ¿Verdad? Perfecto para ti.
-¡Abuela!-La dije mientras la abrazaba de nuevo.
Nos quedamos abrazadas un rato y cuando nos separamos le
solté la pregunta que llevaba ya un rato rondándome por la cabeza.
-Abuela, ¿Y yo donde duermo?
-Ya estabas tardando en decirlo, pequeña-Me dijo mientras
se dirigía hacia un cajón con una sonrisa. Cogió una llave y me la dio-. Estas
son las llaves de tu casa.
-¡Oh abuela!-La abracé fuerte.
-Bueno, no estarás sola. Es la casa de Stefan y su hermano,
se han ofrecido a acogerte. Llevamos toda la semana preparando todo, Stefan
estaba realmente entusiasmado, no te veía desde hace más de 12 años. Hoy volvía
su hermano con su ropa, él también se muda desde Madrid.
-Espera ¿Es aquel chico con el que jugaba en el parque?
¿Ese es?
-El mismo, era el hijo del hermano de la panadera, es
inglés pero siempre venían aquí en verano. El y su hermano siempre han querido
vivir aquí y mírales, lo consiguieron.
Yo me quedé pensando, me acordaba de Stefan jugando en el
parque pero… No recordaba a otro niño.
Mi abuela me acompañó a la salida y en cuanto vi a Stefan
le enseñé las llaves a lo que él me respondió con una sonrisa. Me despedí de mi
abuela y volví a subir a la camioneta.
Cada vez nos alejábamos más del pueblo y el lago cada vez
era más cercano.
-¿Está muy lejos?
-Está aquí mismo-Me señaló una moderna casa camuflada con
la maleza, era realmente grande-.
-¡Madre mía! ¿Voy a vivir ahí?-Estaba dando saltos en mi
asiento- ¡Es preciosa!
Mientras que yo miraba a todos lados Stefan se reía a
carcajadas.
En cuando aparcó el coche yo salí despedida hacia la
entrada e introduje la única llave que había en el llavero. Abrió a la
perfección.
Aquella casa era luminosa y bonita, blanca completamente
y sobretodo, amplia y acogedora.
Me giré para mirar por uno de los cristales que había por
toda una pared y la vista era preciosa, mirando al lago.
Me giré y ahí estaba Stefan cargando mi enorme maleta. Me
miró sonriente y siguió andando con la maleta en la mano. Supuse que iría a mi
habitación así que le seguí. Subió unas escaleras hasta la parte de arriba y
avanzó por un pasillo. Me iba indicando donde estaba cada cosa, donde estaba
cada habitación y como no perderse. De pronto alguien salió de uno de los
baños. Tenía una toalla que le rodeaba la cintura y otra con la que se revolvía
el pelo, no pude ver su cara pero si su cuerpo, y parecía esculpido por
ángeles. Y cuando se quitó la toalla de la cara casi me caigo para atrás, no me
podía creer que fuera él.
-¡Eres tú!-Grité mientras le señalaba con el dedo.
-Vaya, que sorpresa. Así que te llamas Katherine-Me
sonrió con una sonrisa pícara y me guiñó un ojo-. Bienvenida, yo soy Lucas.
Mientras que Lucas me extendía una mano Stefan nos miraba
extrañado.
-¿Ya os conocías?
-Nos hemos visto en la estación-Dijimos los dos a la
vez-.
Lucas sonrió y se fue por el pasillo, giró y desapareció.
Stefan estaba más serio. Siguió andando hasta llegar a mi habitación. Cuando
abrió la puerta solté un grito que hizo que se le callera mi maleta de las
manos. Era preciosa y lo mejor de todo, con vistas al lago.
Me tiré en bomba a la cama y empecé a rodar.
-¡Dios mío es preciosa!-Me levanté de la cama y miré cada
detalle.
La televisión, el ordenador ¡Un ordenador!, las
estanterías, el enorme armario.
-Parece una habitación inglesa-Stefan se rio al escuchar
aquel comentario-.
-Te dejo la maleta encima de la cama y ya la abres cuando
quieras, pero en nada vamos a cenar.
Me giré para mirarle y le sonreí con mi mejor sonrisa, él
se sonrojó y salió de la habitación.
Me quedé allí sola contemplando el hermoso paisaje que
había a través de las ventanas, pero esa soledad duró poco ya que alguien
interrumpió en mi habitación.
Me giré y allí estaba, ya vestido. Seguía con el pelo
rubio alborotado y sin camiseta, pero ya llevaba pantalones y zapatillas. Me
sonreía cálidamente, yo hice lo mismo.
Me giré de nuevo a la ventana y me quedé embobada mirando
el paisaje, no me di cuenta de que él ya estaba a mi lado. Suspiré mirando mi
reflejo en el cristal y el vaho que dejó mi aliento.
Me gire a la derecha y me choqué con el de repente
quedándome rodeada por sus brazos.
-Cuidado.
Me aparté corriendo, me miraba con una sonrisa pícara
algo que me sacó de quicio. Le giré la cara y me dirigí a mi cama, quería abrir
mi maleta y sacar mi portátil y mi tableta para empezar a dibujar y olvidarme
del mundo. Rebusqué entre mi ropa y encontré al instante, al igual que la
tableta. Fue lo primero que puse sobre mi mesa.
-¿Dibujas?-Dijo mientras cogía la tableta y la observaba
detenidamente- Yo antes tenía una así, ahora tengo otra mejor.
-¿Tú también dibujas?-Ese chico me sorprendía cada vez
más.
-Claro, soy todo un profesional-Me guiñó el ojo y se
sentó en la cama-. No, estoy de coña.
Yo le miré algo molesta mientras que el empezó a hurgar
en mi maleta, sacó las camisetas y pantalones cortos y los fue dejando en la
cama mientras que los miraba detenidamente. Y de pronto sacó uno de mis
sujetadores de gasa, lo sacó poco a poco mientras que lo miraba con una sonrisa
pícara.
-¿Y estooooo?-Alargó la O lo suficiente como para que me
sacaran de quicio.
Me lancé corriendo a quitarle mi sujetador de las manos
pero antes de llegar a cogerlo, Lucas me cogió de la cintura y me tumbó encima
suya mientras que yo forcejeaba contra sus fuertes brazos.
-¡¿Eres idiota?! ¡Suéltame! ¡SUELTAME!
El solo se reía mientras me apretaba más a él. Poco a
poco fui cediendo hasta quedarme tumbada encima de él, mirándole directamente a
sus ojos.
-Odio a los tíos como tú-Le dije a pocos centímetros de
su boca-.
-¿Irresistibles?
-Arrogantes-Le dije mientras me levantaba de golpe y
salía de la habitación-.
Me giré antes de salir por la puerta, el seguía tumbado
en la cama mirándome sorprendido.
Mientras bajaba las escaleras un olor procedente de la
cocina hizo que las bajara corriendo, tenía mucha hambre. Nunca había entrado
en la cocina y cuando lo hice me quedé impactada, era inmensa.
Stefan estaba en uno de los fogones cocinando algo, no me
paré a mirar lo que hacía ya que un cuenco con cerezas captaron toda mi atención.
-Me dijo tu abuela que te encantaban las cerezas, tenía
razón-Me dijo Stefan sin dejar de mirar a la sartén-.
-La verdad es que me vuelven loca.
Stefan sonrió y yo seguí tomando cerezas. Su color rojo
oscuro me encantaba, y su sabor, su sabor dulce y amargo a la vez es lo que me
hacía querer comer más.
Cuando Lucas decidió bajar a comer yo ya me había comido
nueve cerezas e iba a por la décima.
-¿Podrías dejarme unas pocas? Yo también quiero comer-Me
dijo Lucas mientras me quitaba el cuenco de golpe y me lanzaba una mirada
amenazante ¿Qué leches le pasaba? No le soportaba-.
En ese momento apareció Stefan con unos filetes recién
hechos, si no hubiera aparecido creo que le hubiera metido un puñetazo.
La comida fue silenciosa e incómoda, estábamos los tres
en silencio y cada vez que abría la boca Lucas me cortaba.
-Ya he terminado-Dije levantándome de golpe de la mesa-,
me voy a dormir.
Cogí los platos y los dejé en el fregadero, salí de la
cocina sin ni siquiera mirarles. Las escaleras crujían a cada paso que daba, al
igual que la casa entera. Les oí hablar y sin poder evitarlo empecé a
escucharles, quería saber lo que decían.
-Es una niña Stefan.
-A lo mejor el que es un niño eres tú, ¿Podrías ser un
poco más considerado con ella?
-Porque sus padres hayan muerto no significa que la
tengamos que tratar diferente a los demás.
-Lucas ¿Qué coño te pasa?
-¡Mis padres también murieron y nadie me dio este trato!
¡No nos lo dieron!
Oí como se levantaba de la silla bruscamente y dejaba los
platos en el fregadero. Reaccioné al instante y salí corriendo hacia mi
habitación.
En cuanto entré en mi habitación las lágrimas volvieron a
caer, hacía tres días que no lloraba y ahora por culpa suya volvía a llorar. Me
tumbé en la cama boca abajo, quería que los cojines taparan mi cara, no quería
notar las lágrimas. De pronto alguien llamó a la puerta.
-¡Fuera!-Grité medio ahogada.
-¿Estás bien?-Dijo Stefan tras la puerta-¿Qué te pasa?
-Déjame en paz.
Oí como abría la puerta, no le impedí que entrara,
simplemente le dejé. Se sentó a mi lado y me dio un beso en la cabeza, me cogió
la mano y se acabó tumbando a mi lado. Me acariciaba el pelo mientras que yo
poco a poco me iba calmando.
Al final acabamos los dos en la cama, respirando a la
vez.
-¿Estás mejor?-Me susurró al oído, yo asentí- Me alegro.
Me dio un beso en la frente y se levantó despacio de la
cama.
-Gracias-Le dije sonriente-.
-No me des las gracias, solo quiero que estés-.
En ese momento se me ocurrió saltar a sus brazos y darle
un fuerte abrazo.
-Eres el mejor-Le besé la mejilla y volví a tumbarme en
la cama-.
Él me sonrió y se giró, cuando llegó a la puerta me dio
las buenas noches y desapareció.
Me quedé mirando al techo pensando el todo lo que hoy
había ocurrido. Puede que por un momento hubiera pensado que Lucas era un chico
perfecto, mi chico perfecto. Pero estaba equivocada, Lucas era un niñato que
simplemente no merecería mi atención, por muy guapo que fuese. Me quedé dormida
al instante, estaba cansada.
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